El desahucio del Rey del Mundo
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El desahucio del rey del mundo. Capitulo XV. La experiencia de Uriarte.

Por Francisco Betes | marzo 21, 2011

EL DESAHUCIO DEL REY DEL MUNDO

Capitulo XV

La experiencia de Uriarte.

La carretera estaba seca y limpia de nieve, una vez superado el puerto de Somosierra. El día era frío pero el sol brillaba con toda su intensidad en un cielo sin nubes. El escaso tráfico permita rodar sin agobios. Alberto disfrutaba de aquel viaje a Bilbao. Tenía una cita para comer con Pedro Luís Uriarte Santamaría. Francisco Betés le había conseguido la cita, aunque, según le dijo, no fue fácil, por lo apretado del la agenda de Uriarte. La verdad es que en un principio le había parecido una exageración hacer un viaje de 800 kilómetros para conocer a esa persona, pero Jesús le había insistido mucho y el podía perfectamente dedicar un día. Ahora se alegraba porque el viaje en si le estaba resultando muy placentero.

Pasó por unas viñas muy cuidadas cerca de Aranda de Duero. ¿Cuando conseguiría él unas viñas tan selectas en su finca de Ciudad Real? Las cepas estaban como aupadas en unos cables que permitían a la uva colgar sin estropearse. Le recordaron los magníficos viñedos que había visto en el Valle de Napa, cuando viajó a California para incorporarse como postgraduado a un master de economía en la Universidad de Berkeley. Tenía unos recuerdos muy agradables de aquella época. En la Universidad, enseguida comprobó que la organización era perfecta. Le asignaron una habitación en una residencia del campus universitario, y todo el engranaje de facultades, biblioteca, deportes, actos culturales y vida social estudiantil funcionaba con un orden y una precisión realmente envidiables. Le encantó el lema de Berkeley, “Fiat Lux”, “Hágase la Luz.
Como todos los estudiantes extranjeros tuvo que incorporarse a la Universidad un par de semanas antes de que se iniciara el curso para recibir un cursillo de adaptación y pulir sus conocimientos del idioma. El Master tenía un programa muy intenso, le exigía estudiar durante muchas horas y participar activamente en las clases, aportando sus ideas y conclusiones sobre los temas planteados, además de leer varios libros recomendados cada semana y resolver numerosos problemas, siempre enfocados a la resolución de casos prácticos.
Notó un cambio importante en relación con la enseñanza en la universidad española; en Berkeley los trabajos estaban enfocados a la economía práctica y a la participación activa de los estudiantes en las clases, y no solo no le costó ningún trabajo adaptarse a esta técnica docente sino que le sirvió para conocer los aspectos prácticos y reales del mundo de los negocios. Descubrió la utilización de la informática como una herramienta eficaz para el estudio y la preparación de sus trabajos académicos. Desde el principio, se intereso por practicar algún deporte. Se apuntó al equipo de tenis de la Universidad, las instalaciones deportivas eran excelentes y podía jugar a cualquier hora incluso con luz artificial. Pronto descubrió que había un grupo excursionista, con el que participó en un montón de excursiones y visitas a los lugares más atractivos, entre los que destacaba el recuerdo de la belleza del Valle de Napa. El nombre le dijeron que era una derivación de la palabra india Wappo, que a su vez vendría de los descubridores españoles que habrían llamado al Valle “Guapo”.
Cuando llegaron las vacaciones de Navidad volvió a España. La ausencia había sido corta pero echaba de menos el ambiente familiar, las comidas caseras, el vino de Rioja y la animación y el bullicio de las calles de Logroño en esas fechas. Su llegada a casa fue un acontecimiento para sus padres y hermanos, todo eran preguntas, atenciones y festejos familiares.
Aun recordaba el momento en que su hermana Carmen le presentó a su amiga Marta, una chica morena y muy guapa compañera de la universidad donde las dos estudiaban segundo curso de derecho, a la que había invitado a pasar unos días en La Rioja. Fue un flechazo. Marta Rodríguez del Castillo despertó su interés desde el momento en que la conoció, y la atracción mutua se hizo evidente a lo largo de las navidades. Fue su más fiel acompañante durante aquellas vacaciones.

Alberto estaba atravesando Pancorbo, cuando consideró que debía dejar de rememorar aquellos agradables recuerdos y centrarse en los temas y las preguntas que iba a hacerle a Uriarte.

Dejó a la izquierda la desviación a Vitoria y siguió por la autopista. Entraba en Bilbao a la una y cuarto, con tiempo más que suficiente de llegar a su cita.

La Sociedad Bilbaína es el club más clásico de Bilbao. Situado al final de la Gran Vía muy cerca de la ría, ocupa un enorme edificio, construido para el club e inaugurado en 1913, el mismo año en que se abrió el nuevo campo de San Mames del Atlético de Bilbao. Cuando la Bilbaína inauguró su nueva sede social, tenía mas de 75 años, lo que da idea de su raigambre en la sociedad de Bilbao.

Alberto penetró por la enorme puerta principal, a las dos menos cuarto de la tarde, después de haber conseguido dejar el coche en un aparcamiento en la Gran Vía no excesivamente lejano. Como tenía tiempo pidió visitar el edificio y se entretuvo durante un gran rato en la enorme biblioteca toda forrada de madera y llena de libros que existe en la primera planta. Paso a continuación al restaurante en el segundo piso donde pregunto por la mesa reservada. Le indicaron una mesa al lado de una ventana desde la que se veía la ría en un rincón del restaurante.

El otro comensal no había llegado todavía, pero Alberto prefirió sentarse a la mesa y pedir una cerveza, en lugar de esperar en el bar. Como deferencia a su compañero se sentó de espalda a la puerta y se entretuvo divisando el movimiento de personas y coches en el puente.

Durante el viaje desde Madrid que había ido especialmente bien y le había llevado poco mas de tres horas, después de rememorar sus felices años americanos, había pensado todas los preguntas a hacer y los comentarios que quería recibir de Pedro Luís Uriarte. Le habían dicho que era un hombre reflexivo, con una gran capacidad de trabajo, tenaz e imaginativo, pero que sobre todo irradiaba humanidad. Las preguntas sobre el cambio y como lo había vivido se habían agolpado en su cabeza a lo largo de todo el trayecto. Sin embargo, ahora que lo esperaba sintió un cierto nerviosismo. Es un poco raro tener una entrevista con alguien al que no se conoce de nada para tratar temas que en principio pertenecen a una esfera personal e intima. Quizá sea más fácil, pensó Alberto, con una persona desconocida, es algo así como la confesión católica, en la que a un ser totalmente extraño se le dicen las mayores intimidades y se consigue con eso un efecto liberador. Pero no era esa la idea, la idea era mas escuchar y recibir las experiencias de aquel hombre cuyo cambio había sido al menos tan fuerte como el de Alberto, sino más. Coincidiendo con su salida se produjo el recambio en la Presidencia del banco y aquel asunto de los fondos de pensiones en Jersey, en los que años después se demostró su total ausencia de responsabilidad. Seguramente una lucha de poder había contribuido a enrarecer el ambiente y un ambiente enrarecido es lo menos agradable para una situación de salida de una entidad. Sí, seguramente Uriarte lo había pasado mal y tendría muchas cosas que contar.

Se entretuvo mirando el menú. Cardos a la Navarra, Bonito con tomate y Queso con membrillo. Se quedo sorprendido del precio, 14,50€. Miro a su alrededor y admiró una vez mas las enormes lámparas de cristal y la reluciente madera de las paredes. En ese momento se presentó su compañero de mesa. Se presentaron y Uriarte se sentó enfrente. El primer contacto fue amable pero no efusivo, sin embargo, era un hombre que inspiraba confianza. Sus finas facciones y su frente despejada, le recordaron a Alberto la imagen que él tenia de lo que seria un padre general de la orden de los jesuitas.

Alberto le contó su salida de la compañía, se extendió sobre la forma en que él lo estaba viviendo y sobre las soluciones que estaba buscando. Ordenaron el menú, y Uriarte mirándole a los ojos dejo escapar un suspiro y se puso a hablar. De una forma suave pero convincente le dijo: “En la vida hay tres etapas, hay una primera de formación que podríamos decir que es la botadura del barco y que dura hasta los veinticinco años. Luego tenemos una segunda que puede durar hasta los cincuenta y cinco que es la navegación lejos del mar, es un periodo en el que explotamos todo lo que hemos aprendido y estamos entrando en la ultima etapa que es la navegación cerca de la costa, la previa al amarre definitivo. Es una etapa totalmente distinta y en la que lo más importante es disfrutar de nuestras capacidades. Sabemos que hay otros veinticinco años en esta nueva etapa y que hay que asumirla con naturalidad. La vida es un río con un caudal creciente que te lleva a donde quiere y de vez en cuando tiene rápidos y alguna catarata”. “¿Que etapa es mejor?”- pregunto Alberto intentando ponerle en un aprieto. “Ninguna es mejor que las demás. En todas ellas se sigue navegando”.

-“Eso esta muy bien como visión de la vida, pero y en el aspecto profesional ¿Cómo té afecta todo esto?”
Uriarte sonrió y dijo “Yo he asumido unos principios y mi vida profesional se fundamentó en ocho ideas, siguiendo siempre la corriente del rió. Uno, hay que trabajar sin avasallar; dos, hay que liderar a la gente sin asfixiarla; tres, hay que ser creativo sin ser posesivo; cuatro, ser consciente de mi poder y por lo tanto auto limitarme; cinco, hay que intentar lograr muchas cosas sin asumir nunca solo la gloria; sexto, hay que aplacar la vanidad y asumir que el poder es una droga…”
“¿Tú lo has vivido así?”- le interrumpió Alberto.

“El poder, cualquier poder sobre las cosas y las personas cambian la personalidad y en dosis intensas cristaliza el corazón. Conseguir dominar la vanidad es casi imposible. Pero hay otros dos aspectos: el séptimo, preparar la sustitución asumiendo que eres prescindible y el octavo, aprender que debajo del personaje, Presidente, Vicepresidente, Consejero Delegado, Director General, esta la persona, e intentar recordar que siempre es mas importante la persona que el personaje. Para esto tener la noción clara de que se es prescindible y que en cualquier momento habrá que pasar el testigo, no es un concepto organizativo, es un elemento de auto control ineludible”.

-¿Qué es lo más difícil en el momento del cambio? Se interesó Alberto.

-“Lo más difícil es enterrar el personaje y recuperar a la persona. Hay que ver la salida, la prejubilación o la jubilación no como desgracia sino como una oportunidad. Es cierto que el proceso de prejubilaciones ha ido demasiado lejos, no es lógico, se pierden inmensas capacidades, las empresas no pueden asumir las cargas financieras perpetuas y la ley con la problemática de pensiones publicas seguro que lo va a dificultar a futuro. Pero hoy, es la situación en la que vivimos y los que salimos dentro de este proceso, que no es tanto mi caso porque yo decidí irme voluntariamente, debemos sentir que somos unos privilegiados y que por esta coyuntura vamos a tener gran oportunidad.

Alberto absorbía las palabras de su interlocutor con toda la atención del mundo, intentando no perderse ningún detalle. Su tono pausado no estaba exento de vigor, del convencimiento de la persona que habla sabiendo de lo que esta hablando.

-¿Qué actitud hemos de adoptar en este momento de cambio, para aprovechar esa oportunidad de la que tú hablas? preguntó finalmente.

“Hemos hablado de la perdida de poder y de la necesidad de enterrar a nuestro personaje, pero hay un aspecto también muy importante debemos darnos cuenta de que la etapa de vida que vamos a vivir será distinta, es también vida pero será distinta, cada vez estamos mas cerca del atraque definitivo de nuestra travesía. Tenemos que aprovechar estos años con la perspectiva de que el tiempo que antes era nuestro aliado, ahora es cada vez mas nuestro enemigo, en cualquier momento nos puede faltar”.

-“Pero tu has hablado de oportunidades, ¿A qué te referías?”

“Podemos recuperar la persona quitándole la hojarasca del personaje, podemos enriquecerla. Es cierto que nuestra renta puede decrecer, pero nuestro patrimonio humano como personas crece. Podemos tomar el control de nuestra vida y dominar nuestro tiempo porque somos mas libres y podemos devolver a la sociedad una parte de lo mucho que hemos recibido. En definitiva podemos ser mas personas, mas libres y más generosos.”

El tiempo había pasado sin que Alberto se percatara de ello. Los temas más personales, más íntimos, más difíciles de hablar, habían salido sobre la mesa con total naturalidad. Uriarte le miro y le dijo:
-“Alberto, creo que estamos en la mejor etapa de nuestra vida. Eso sí, hay que aceptarla, hay que asumirla, hay que aprovecharla para hacernos mejores y hay que organizarla.”

-“¿Cómo lo has organizado tu?”
-“He asumido que en mi vida se debía producir un cambio de prioridades. Mas tiempo para mi vida personal, mas tiempo para ampliar horizontes, cultura, viajes, mas tiempo para los demás, en la universidad, en trabajos sociales, en las ONG´s y menos tiempo para actividades profesionales que cada vez son distintas y decrecientes.”
-“¿Y estas llevando todo este plan a cabo?”
-“Razonablemente bien.”
Pedro Luís le habló de sus nuevas actividades relacionadas con la universidad y los trabajos sociales y de la nueva sociedad de innovación que estaba lanzando y Alberto le contó sus preocupaciones por la inmigración y las posibilidades de trabajar en ese campo.
Ya estaban sirviendo el café, cuando le dijo:
-“Pedro Luís, a modo de conclusión, ¿Cuales serian los principios que recomendarías tú en esta nueva etapa?”
-“En primer lugar respeto para nosotros mismos tras toda una vida de intenso trabajo. Orgullo por lo que hemos sido…” A Alberto le pareció un excelente consejo para recuperar la autoestima era indudablemente la primera tarea. Uriarte seguía:
-“Hay que ser autoexigente, hay que evitar adocenarse o aborregarse. Hay muchos que me hablan de quitarse la corbata. Hay que mirar hacia delante, nunca hacia atrás. El retrovisor no ayuda nada y hay que encontrar cada uno su propio camino, el que te colme y el que te permita estar satisfecho contigo mismo. No se trata de llenar tu tiempo, se trata de hacer lo que a ti te gusta hacer y que realmente te satisface o te complementa. Además, hay que manejar cada uno su propia vida , hay que asumir que el tiempo es limitado, que se acaba y que hay que aprovecharlo, hay que planificar los últimos años, hay reflexionar y actuar desde ahora porque los últimos años son los mas duros, son los años en los que uno se va a sentir posiblemente mas solo.”

Alberto estaba como conmocionado por la cantidad de sentido común que le había traspasado aquella persona en poco menos de hora y media. Le dio las gracias y se puso incondicionalmente a su disposición para lo que pudiera necesitar.
Uriarte le dijo: “Para mí también ha sido un placer y si te he podido ayudar estoy encantado. Vete solo con una idea, mira hacia delante nunca hacia atrás y mira sin ansiedad porque no tienes porque echar en falta nada, con confianza, porque tienes capacidad mas que suficiente para superar esta etapa y con mucha alegría porque esta oportunidad te va a permitir ser mucho mejor.”
Bajaron juntos en el ascensor.
-“¿Vuelves hoy para Madrid?” le preguntó.
– “Si, ahora mismo salgo de nuevo para allá.”
-“¿Te dará un poco de pereza?”
-“En absoluto, con todo lo que hemos hablado, estoy deseando tener tres horas para poder pensar tranquilamente.”
-“Me alegra haberte ayudado” dijo una vez mas con amabilidad y sin efusión. Pero el apretón de manos fue de los que transmiten sinceridad y convencimiento.

Alberto cogió su coche y salió a la autopista. Nada mas pasar el peaje, recibió una llamada a su móvil. Era José Luís. Después de saludarlo le explico:
-“ Thomas me ha contado hoy que la sociedad esta en venta. Me ha explicado que la búsqueda de un director de negocio se inició antes de la decisión de vender y que luego, él intentó frenar la contratación, pero recibió instrucciones de mantener la contratación porque piensan que les puede ayudar a vender. Me ha dicho que el vuelve en todo caso a la matriz y que me apoyara en todo lo que pueda para que quede bien situado con el comprador”
-“Creo que eso es muy positivo para ti. Una pregunta:¿sabes porque venden?
-“Confidencia por confidencia. Tienen una reclamación muy fuerte por responsabilidad en unos “reles” defectuosos que se colocaron en automóviles Toyota y que han tenido accidentes. Se enfrentan a un juicio que les preocupa mucho. Al parecer si pierden tendrían que hacer frente a una cifra de más de 100 millones de dólares. Así que han puesto en venta dos filiales pequeñas pero rentables: España y Brasil. Están haciendo caja”
-“Gracias por la información. La tratare con total confidencialidad”

Se despidieron y Alberto volvió a rememorar todos los mensajes y todas las claves que había recibido de Uriarte. Le hubiera gustado poder escribir palabra por palabra todo lo que le había dicho aquel hombre que parecía conocer el secreto de las cosas y las personas. Le pareció difícil extractar tantas vivencias, tanta sabiduría personal, tanto equilibrio entre la persona y el personaje y tanta clarividencia sobre el sentido de la vida. Pensó que en la vida profesional nos hemos acostumbrado de tal manera a esquematizar, a extractar, a ir a la esencia de los problemas para poder tomar decisiones inmediatas, que podemos resumir hasta las situaciones personales más complejas. Los comentarios de Pedro Luís Uriarte durante la comida eran la prueba de que un gran profesional puede organizar y esquematizar hasta sus sentimientos y emociones. En cualquier caso Alberto estaba convencido de que la nueva etapa ya había empezado y que el pasado estaba totalmente enterrado. Empezaba a notar como la persona, su persona, el que él había sido siempre, empezaba a dominar sobre sus sentimientos de perdida de poder y de la vanidad y del personaje. Como decía Uriarte había enterrado a su personaje. Ahora lo más importante era encontrar su propio camino. Hacer lo que él quería hacer y sentirse satisfecho consigo mismo por hacerlo. Ese era su reto.

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6 Respuestas a “El desahucio del rey del mundo. Capitulo XV. La experiencia de Uriarte.”

  1. Vicente dice:
    marzo 21st, 2011 a las 18:38

    Muy personal, pero tambien muy bueno-
    saludos
    Vicente

  2. Victor dice:
    marzo 21st, 2011 a las 18:49

    La Bilbaina está al inicio de la Gran Via, que no se llama asi, sino Diego Lopez de Haro, fundador de la villa. Aún
    más, creo que ese trozo entre El Arenal y la plaza de D.
    Diego Lopez de Haro tiene otro nombre ( Achucarro creo, pero no estoy seguro , tantos años fuera del botxo…) El bonito con tomate es » a la vizcaina» y es con pimiento rojo seco. Si en lugar de una cerveza hubiera
    degustado un txakoli local, perfecto.
    Salu2

  3. José María dice:
    marzo 21st, 2011 a las 20:06

    Está muy bien, un par de comentarios: Uriarte primero dice que todas las etapas son iguales y, más adelante dice que esta es la mejor. Quizá a la pregunta de cual es la etapa mejor la respuesta podría ser «no importa cual sea la etapa mejor hay que vivirlas todas plenamente» (o algo así). El modo de hablar de Uriarte parece más de conferencia que de comida (por ejemplo enumerando los 8 puntos). A lo mejor él es así pero entonces quizás Alberto podría hacer alguna reflexión al respcto porque creo que llama la atención. Eso sí todas las ideas de Uriarte son buenísimas y merecen aparecer en el Desahucio.

  4. fernando dice:
    marzo 21st, 2011 a las 21:12

    Lo siento pero mi impresión es que este capitulo es fallido, no añade nada. No tiene interes. Reescribelo. SALUDOS CON TODA HUMILDAD y en el deseo de servir de ayuda aunque sea impertinente.

  5. Augusto dice:
    marzo 22nd, 2011 a las 12:48

    A pesar del indudable interés de lo que dice Pedro Luis Uriarte, tampoco tengo muy claro como liga este capítulo con los posteriores. No se si en una novela es bueno hablar de personas concretas y conocidas, en vez de usar nombres teóricos a los que se les asigne naturalmente una vida profesional y personal también genérica que justifique su presencia en la novela.
    Tu que conoces el esquema general estarás mil veces más capacitado para juzgarlo.

  6. Lázaro dice:
    marzo 22nd, 2011 a las 23:44

    Bueno a mi me ha gustado pero me ha sonado un poco como a «rollo» de autoayuda y aceptando que los consejos que da el personaje Uriarte me parecen de primera , creo que los expondría de otra manara no tan de capitulo de libro de autoayuda. Sé que es difícil escribir y reconozco que lo haces muy bien pero en algunas partes de la novela tiendes a relatarlo como si fuese un manual de procedimientos.
    Coincido con quien dice que se debería cambiar al personaje ya que es alguien que altera el ritmo de ficción del libro, o en cualquier caso le pediría autorización para mencionar su nombre. Un saludo.
    .

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