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El desahucio del Rey del Mundo. Capitulo XIV. El juicio.
Por Francisco Betes | marzo 18, 2011
EL DESAHUCIO DEL REY DEL MUNDO
Capitulo XIV
EL JUICIO
En el numero 42 de la Calle de Maria de Molina de Madrid hay unos juzgados de primera instancia. Nada excepto un pequeño cartel en la entrada denota su presencia. En la segunda planta se encuentra el Juzgado numero 54. Un conserje con aspecto de funcionario de toda la vida saluda animadamente a primera hora de la mañana a las chicas jóvenes que trabajan allí y que le alegran la vista todos los días. Esta parapetado detrás de un arco detector de metales por el que hicieron pasar a Alberto a su llegada al edificio. El pitido fue estridente. Había olvidado sacar el móvil del bolsillo. Le indicaron que pasara y se dirigió hacia una plataforma, unos escalones mas arriba, llena de maquinas administradoras de todo tipo de productos para intentar distraerse durante las horas de trabajo. Había café, caramelos, sándwiches, chocolates, y cualquier otra cosa que a uno pueda apetecerle entre horas. El edificio no era viejo ni nuevo pero su mantenimiento estaba seriamente descuidado. Alberto pensó que bastaba verlo para saber que era una dependencia pública. Espero unos minutos el lento ritmo del ascensor y subió a la planta segunda.
Había sido convocado como testigo de un pleito que había iniciado él mismo hacia tres años. ACC estaba en plena expansión y quería iniciar una nueva línea de negocio: la fabricación y venta de pequeñas bombillas, pilas alcalinas, y otros pequeños aparatos eléctricos para aprovechar la distribución que habían abierto a través de las grandes superficies. Ante la opción de empezar desde cero o comprar una compañía más pequeña que se dedicara a este nuevo tipo de actividad, Alberto consideró que era interesante estudiar la adquisición de un pequeño competidor. Después de las primeras conversaciones se llegó a un acuerdo y se realizo un estudio de la compañía. Las negociaciones se prolongaron durante varios meses por las diferencias existentes sobre el precio, llegándose por fin a un acuerdo definitivo. En un momento posterior el vendedor comunicó que había decidido no vender. En función de una cláusula del acuerdo previo de intenciones, los gastos inherentes a la operación si no se realizaba, serian a cargo de la parte que no desistiera. El coste había sido importante, superaba los 300.000 €, principalmente en asesores, que deberían ser pagados por el vendedor arrepentido. Este se negó. Ese era el pleito y esa era la citación como testigo que tenía Alberto y por la que se encontraba en el Juzgado.
En la segunda planta encontró mucha gente conocida. El abogado que representaba a la Compañía lo había nombrado él mismo y le saludo con cariño y respeto.
-“Don Alberto – le dijo – lamento haber tenido que convocarle como testigo pero su testimonio es fundamental para demostrar que hubo un acuerdo y que la parte contraria se retractó”.
Alberto quitó importancia al asunto, y lo que no dijo es que estaba encantado de tener un plan tan entretenido para aquella mañana. Saludó al resto de las personas allí presentes, entre ellos José Luís de la Mota y Jorge Pina, que se unieron en un corro a su alrededor preguntándole incesantemente que tal le iba en su nueva vida. Con mucha precisión habló de las operaciones de inversión que estaba estudiando, la asesoría de empresas en la que se había metido y sobre todo su nuevo habito de vida, mucho más relajado. Le dijeron que le veían estupendamente, que estaban seguros que estaría metiéndose en muchos temas nuevos, porque era un hombre muy activo y medio en broma medio en serio le propusieron a coro que contara con ellos si en algún momento y en alguna empresa que él montara los necesitaba.
“En el fondo, Alberto nos das una envidia tremenda a todos”, concluyó Pina, el Director Financiero de la Compañía.
Alberto recordó que cinco años antes, en el momento de su incorporación a ACC, tuvieron una entrevista y Pina dijo que él vivía exclusivamente para trabajar. Alberto recordaba perfectamente lo que le respondió. “Si lo que acabas de decirme es verdad, tendrás un gran futuro en la Compañía y si lo que me dices es mentira no te va a quedar mas remedio que hacerlo verdad para poder tener un gran futuro en la compañía”. El hombre se quedo tan cortado que Alberto tuvo que animarlo a que realmente aceptara el puesto ya que era el mejor candidato que tenía. Hoy no estaba tan seguro de si era un acierto vivir solo para trabajar.
La parte contraria, el vendedor arrepentido, con sus asesores, su abogado y sus empleados formaban un corrillo aparte y dentro de la estrechez de la sala los dos grupos procuraban no mirarse. Por fin, les dieron entrada a la sala de juicio. Entraron exclusivamente los abogados y las partes demandante y demandada. ACC estaba representada por Jorge Pina. Después de unos minutos llamaron a Alberto. La sala era de dimensiones reducidas. Sobre una pequeña plataforma se situaba la mesa en la que estaba el juez con dos personas a su izquierda que actuaban como auxiliares. El juez lucia unas preciosas puñetas de punto de hilo blanco que recordaron a Alberto las labores de bolillos a la que tan aficionada era su abuela. En la parte inferior una mesa en la que se sentaban a ambos lados los abogados enlutados en sus togas, y en el fondo dos pequeños bancos en los que se irían sentando los testigos después de declarar. Al entrar le pidieron el carné de identidad y le hicieron sentarse en una silla a la derecha del estrado con un micrófono delante. El juez se dirigió a él.
-“Diga su nombre y apellidos”.
-“Alberto Kent de la Torre”.
“Jura Vd. decir la verdad, toda la verdad y nada mas que la verdad”.
-“Juro”.
-“Esta Vd. aquí como testigo de la parte demandante de un pleito civil y debo advertirle que el perjurio es un delito castigado con penas entre 6 meses y dos años de prisión en una institución penitenciaria”.
Alberto oyó aquella advertencia casi amenazante, y pensó que lo tenían bien montado realmente para impresionar a los testigos que pudieran tener la menor duda de no ser completamente sinceros.
La primera pregunta fue:
-“¿Tiene Vd. algún interés por que gane este pleito alguna de las dos partes?” Alberto, dijo sí. Nadie le había dicho que debía decir que no, aunque afortunadamente el abogado de la empresa intervino para arreglarlo.
-“Con la venia, señor” dijo dirigiéndose al juez y se volvió a Alberto “Sr. Kent ¿tiene Vd. algún interés económico o se favorecerá Ud. de alguna manera porque la parte demandante gane este juicio?” Y la respuesta fue no.
-“¿Cuál es entonces su interés en que la parte demandante obtenga satisfacción?”
-“Me parece injusto que ACC tenga que hacer frente a unos gastos cuando fue la otra parte la que dejo en el aire la operación”.
– “¿Actualmente es usted empleado de la Compañía?” Su respuesta negativa dejo claro que su posición era independiente.
Le hicieron varias preguntas sobre la operación, sobre los precios barajados y las condiciones, y tuvo que leer varios documentos para testificar sobre la autenticidad de los mismos.
Se limito a contestar a las preguntas, si bien cuando le dijeron que había terminado, le dio la impresión que había un montón de cosas que no se habían comentado.
-“Señoría-dijo dirigiéndose al juez-me gustaría añadir algo mas”.
-“Si las partes no tienen objeción”
Los abogados dijeron que no, pero Alberto creyó ver una expresión de inquietud en el abogado de ACC. Hablando con claridad y concreción recordó los puntos básicos de la negociación, y el orden de las etapas que habían realizado hasta el desistimiento del vendedor.
Cuando termino, el Juez se dirigió a él y le dijo:
-” Puede sentarse al fondo”.
Siguieron llamando a los siguientes testigos. Uno tras otro fueron apareciendo, certificando los documentos, las distintas ofertas y hablando cada uno de su participación en la operación. La parte demanda afirmaba que realmente no había habido negociación después de la fecha prevista y que el precio ofrecido variaba mucho del que se apuntó inicialmente. La parte demandante mantenía que las negociaciones habían seguido durante meses y que se había incurrido en gastos importantes. Las facturas de los gastos fueron presentadas y autentificadas por los testigos.
Sentado en el fondo de la sala, Alberto, se daba cuenta de que estaba disfrutando. De siempre había sido un apasionado de los juicios. En el cine, en la televisión, en las películas, en las novelas… Nunca había sabido muy bien porqué, tal vez pensó, era la idea de que la verdad no es una, sino que es doble. Que cada uno tiene su propia verdad, y que cuando se escucha un buen alegato se esta totalmente convencido y cuando se escucha el siguiente se puede llegar a estar convencido de lo contrario.
Efectivamente los abogados presentaron sus conclusiones con rotundidad, contando dos historias tan distintas que parecía imposible que hablaran de la misma negociación. Concluyó la vista del juicio. A la salida todo el mundo salió corriendo y tenía mucha prisa, ya que el Juicio había durado más de tres horas y media, frente a las dos horas previstas. Sin embargo, José Luís se acercó a Alberto para proponerle:
-“Se ha hecho tan tarde que es la hora de comer y me gustaría invitarte”.
Alberto aceptó con mucho gusto pero pidió:
-“Díselo a Jorge, por si se anima”
Cuando se lo propusieron, pareció dudar un momento, aunque rápidamente reaccionó:
-“Encantado, creo que será muy agradable recordar viejos tiempos”.
Una vez sentados en el Restaurante Guisando próximo al juzgado y recomendado por José Luís-“Comida casera pero de excelente calidad”- y una vez hecho el pedido, ambos se interesaron por las actividades de Alberto. Este les contó con sinceridad el esfuerzo que hubo de hacer al principio para construir esta nueva etapa de su vida, pero añadió:
-“La verdad es que recientemente empiezo a ver las ventajas de no tener en la cabeza el trabajo 24 horas diarias”.
Les habló de los viajes, del ejercicio físico, del tiempo para charlar y de la actividad profesional a tiempo parcial que estaba iniciando. Luego, cambiando de tema les preguntó:
-“Bien, chicos, sois vosotros los que tendréis novedades. Soy todo oídos, José Luís ¿como te va?
Fue Jorge el que respondió:
-¿No te ha dicho José Luís que acaba de dejar la Compañía?”
-“Acabo de fichar por Electrionics Holdings, como Director General de Negocio. Llevó poco tiempo pero la verdad es que estoy encantado”
Alberto no pudo disimular su sorpresa. José Luís había fichado por la compañía que estaba en venta, y en cuyo proceso Alberto iba a tener un papel destacado. Acertó a decir:
-“Caramba, pues si que tenéis novedades que contar. El bueno de Blake, no perdió el tiempo. En cuanto me fui te tiró los tejos”
-“Me los volvió a tirar, porque en tu época ya lo intento”
-“El muy cabrón. Si te vas cuando estaba yo te habría desorejado”
-“No acepté entonces. Nunca me hubiera ido cuando tu estabas…”
Jorge que había estado callado, dijo:
-“La verdad es que con Roland desde el principio te llevaste a matar”
-“¿Es posible llevarse bien con ese idiota? No tiene idea del negocio y esta lleno de complejos. No se como tu lo aguantas, Jorge”
– “No creo que sea tan malo. Esta sometido a mucha presión. Y tu no se lo pusiste fácil”
-“Ese solo admite a los que le hacen la pelota” repuso José Luís. Jorge reflejó en su rostro el malestar por la posición en que le estaba poniendo su ex-compañero.
-“Bueno chicos ya esta bien.- intervino Alberto para cortar el enfrentamiento- Los dos lleváis razón. Jorge colabora lealmente con su nuevo jefe y tú has tomado la decisión de irte. ¿Cómo va la compañía? ¿Los momentos no son fáciles”
-“Es cierto que tenemos problemas para crecer- reconoció Jorge- La salida de José Luís ha sido un palo, pero su segundo esta aterrizando bien y rápidamente”
Tanto Alberto como José Luís entendieron que la situación interna no era fácil a pesar de la prudencia de Jorge en su explicación. Ambos conocían al sustituto y sabían que aunque era un buen profesional, no podría sacar adelante el reto.
-“¿Y Electrionics que tal?” preguntó Alberto intentando conocer alguna pauta que le ayudara a entender porqué estaba en venta y porqué en esa situación habían contratado a una persona del nivel de José Luís.
-“Yo estoy encantado. Me han recibido muy bien. Es cierto que llevan algún tiempo con problemas de rentabilidad, pero creo que lo vamos a resolver en unos meses. Ya hemos elaborado un plan el Director de Fabricación y yo y esta aprobado por el Consejo. Las decisiones son rápidas en EH. Es como cuando tu estabas en ACC.”
-“¿Y que tal el resto del equipo?” se interesó Alberto
Jorge contestó sin reservas en este caso:
-“Ángel Fuentes sigue a lo suyo, como siempre, gestionando muy bien todo el área de fabricación y la noticia es que Roció se ha separado de su marido y todo apunta a una relación seria con Juan Ortega”
-“¡Que me dices! ¡Que sorpresa!” exclamó Alberto.
-“Si te sorprende eso, Alberto, es que siempre has andado en la inopia salvo para los temas puros de negocio” dijo José Luís.
-“Era un secreto a voces- reconoció Jorge- Pero eso no ha afectado nada a la gestión. Desde que se ha ido José Luís la situación esta muy calmada”.
-“Sí, relaja mucho un chivo expiatorio- repuso José Luís- pero en poco plazo no podréis aguantar las chorradas de ese imbecil”
-“Estas hablando de mi jefe, así que por favor ten un poco mas de respeto” se incomodó Jorge.
-“Lleva razón Jorge. Cada uno se debe a su casa y a su equipo y ahora jugáis en equipos competidores”, intervino Alberto.
-Bueno tu como eres consejero también estas obligado a ser bueno” le espetó José Luís.
-“Te equivocas. Esa parte del acuerdo la anularon y en correspondencia quede fuera y totalmente libre”
-“Lo que yo te digo: unos cabrones”
-“Bueno me tengo que ir” Jorge se levantó.
.-“¿Sin tomar café?” preguntó Alberto.
-“Otro día”. Jorge salió visiblemente molesto.
Alberto y José Luís permanecieron unos segundos en silencio.
-“Jorge siempre ha sido un pelota” reflexionó José Luís
-“No eres justo. Jorge ahora debe ser leal a su empresa y su jefe y tú no has sido especialmente delicado”
-“Bueno al menos me reconocerás que Roland es un inútil”
-“Me temo que en eso si estoy de acuerdo” Ambos se miraron sonrientes” Pero hay otro tema que tal vez deberíamos comentar…”
Antes de seguir Alberto dudó. Tenía conocimiento de una operación que afectaba directamente a alguien que había formado parte de su equipo, pero era una información confidencial. Si la comunicaba trasgredía la confianza depositada en él, si no lo hacía, José Luís muy bien podría recriminárle mas adelante haberle ocultado un asunto de tanta trascendencia para él. Al fin se decidió:
-“Eres impulsivo, pero se que sabes guardar un secreto. Con lo que voy a decirte me pongo en una difícil situación si hubiera la menor filtración…”
José Luís le miraba muy sorprendido. Que podría saber Alberto y sobre todo que le importaba a él que ya no estaba en la Compañía. Se quedo helado al oír:
-“La filial española de EH esta en venta y yo voy a llevar el proceso”
-“No puede ser, tienes que estar equivocado. Si fuera así, ¿porque me habrían cogido ahora?
-“Yo me pregunto lo mismo. Tal vez piensan que podrás impulsar el negocio mientras se cierra la transacción y que serás un activo más de la operación. En cualquier caso, te diré lo que tienes que hacer” José Luís era un diamante en bruto y un excelente profesional pero reconocía a Alberto como una persona de criterio y siempre le escuchaba con atención.”Lo primero, me he puesto en tus manos dándote este dato y tienes que prometerme no solo que no lo dirás sino que tu actitud no va a cambiar”
José Luís con gesto muy serio repuso:
-“Cuenta con ello. Jamás te haría una cosa así”
-“Bien. Lo segundo es que debes acelerar todos los planes de negocio. Te conozco y se que te gusta ir jugando tus triunfos poco a poco para dominar la situación. En este caso, debes poner toda la carne en el asador cuanto antes”.
-“Vale, llevas razón tengo cuatro o cinco ideas que pensaba ir sacando poco a poco durante el primer año”.
-“Pues no tienes mas de tres o cuatro meses. Y lo tercero, para ti será lo más fácil. Tienes que llevarte bien con todo el mundo, con tus colegas, con tu equipo y con tu jefe”
De pronto José Luís de la Mota se sintió muy cansado.
-“La verdad es que estoy hecho polvo. ¿No te equivocaras?”
– “El mandato de venta esta firmado”
-“¿Y si compra ACC?
-“Si compra ACC y sigue Roland, tendrás que emigrar, lo que para ti no debe ser problema porque eres joven y tienes un currículo brillante”
A José Luís le vino a la cabeza la oferta de Casimiro Ruiz. Podría ser una buena salida.
-“Pero si compra ACC y no esta Roland, o lo mas probable si compra un tercero- continuó Alberto- tus opciones son excelentes. Repito, excelentes. Y yo me ocuparé en lo que pueda para que te quedes muy bien situado”
José Luís le miro sonriendo y le respondió:
-“Siempre he admirado la forma que tienes de analizar las situaciones. Estoy de acuerdo. Haré exactamente lo que me has dicho. Muchas gracias. Y ahora déjame tener el placer de invitarte. A ti y al soso de Jorge que se ha hecho el sueco”.
Ya en la puerta del restaurante, José Luís dijo:
-“Confidencia por confidencia, en el sector se dice que ACC tiene problemas serios de competitividad, que esta perdiendo clientes importantes. Yo desde luego no me lo encuentro como competidor. Hasta es posible que te vuelvan a llamar”
-“No lo creo probable” respondió Alberto, mientras se despedían con un fuerte apretón de manos. Ambos sabían que podían contar con el otro como un amigo leal.
Al sentarse en su coche, José Luís se sintió físicamente y mentalmente cansado y cuando esto le ocurría sólo podía realizar tareas mecánicas y de poca concentración.
“Creo que tengo sueño y ganas de hacer el avestruz, escondiendo la cabeza bajo el ala -pensó- Si intento trabajar esta tarde, caeré sobre el teclado… en breve, pof! Me voy a casa. Necesito un café doble para despertar las neuronas aletargadas. Mañana ya me habré hecho cargo de la nueva situación”.
En el momento en que José Luís de la Mota, arrancaba su coche para volver a casa con ganas de descansar, muy lejos de allí, en la ciudad de Zurich, Peter Slusche dejaba sobre la mesa de su despacho un documento que acaba de leer atentamente por segunda vez. En la primera hoja podía verse: Informe para el Doctor Slusche; Estrategia Internet para las filiales del grupo ACC; McKinsey & Company; y un gran sello de CONFIDENCIAL.
McKinsey es una de las firmas mundiales de mayor prestigio en consultoría estratégica. Una parte significativa de los cambios estratégicos acometidos por las mayores empresas multinacionales del mundo cuentan con la orientación y el soporte de esta Compañía. Slusche se levantó nervioso y fue hasta el gran ventanal que dominaba su despacho. El día estaba claro y lucía un tibio sol de otoño que cubría con una suave patina dorada el parque que se dominaba desde el ventanal. Al fondo se podía ver una gran porción del lago de la ciudad. El Grupo ACC necesitaba un cambio profundo para incorporarse a los nuevos tiempos. El documento que acababa de leer era una propuesta que él había solicitado sobre las posibilidades estratégicas que ofrecía Internet al grupo. Como temía no encontrar el apoyo de su presidente Hens, había pedido que la propuesta se hiciera para solo tres filiales: Reino Unido, Francia y España. Las tres suponían en conjunto más del 60 % de la facturación global del Grupo. Las conclusiones que se podrían obtener de un estudio similar serian claramente aplicables al grupo en su conjunto. Su duda era que el coste de los informes que iba a solicitar ascendían a 4 millones de euros, y aunque no había ninguna regla que especificara las atribuciones máximas de un Director de su nivel, estaba claro que ninguno de sus colegas tomaría la decisión de encargar un informe de ese coste sin someterlo al Comité de Dirección o al menos sin despacharlo con el Presidente Hens. Pero lo que Slusche no quería era precisamente dar la oportunidad a Hens de opinar sobre la propuesta. Quería tener el informe el solo para poder enfocarlo en la forma que fuera más favorable a sus intereses. El riesgo era mínimo porque el coste lo soportarían cada una de las filiales. Ya tendría tiempo cuando tuviera las conclusiones de presentar todo el informe y su coste al Comité de Dirección. El grupo ACC necesitaba analizar esa posibilidad y él, Peter Slusche, sería la persona que llevaría a cabo el cambio. Con una subida de adrenalina, se dirigió a la mesa, firmo la aceptación de la propuesta y llamó a su asistente:
-“Dé curso a este documento inmediatamente. Envíe copia a los Directores Generales de Reino Unido, Francia y España. Gracias”
Mientras salía, cerrando su despacho, tuvo claramente la visión de haber dado el primer paso para acceder de una vez por todas a la presidencia del Grupo.
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2 Respuestas a “El desahucio del Rey del Mundo. Capitulo XIV. El juicio.”
Comentarios
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marzo 20th, 2011 a las 12:33
Me ha gustado mucho este capitulo, tiene fuerza y engancha. Tengo ganas de saber que pasa con Slusche y con Jose Luis y su empresa…
abril 23rd, 2011 a las 14:32
Este capítulo tiene bastante calao. Es muy real y a mi me ha intrigado todo el rato. No sabría quitarle ni ponerle. Lo que si voy viendo a lo largo de los capítulos es que la «historia» se va segmentando de cara a un lector que se proyecta en su lectura, al menos a mi me está pasando. Resulta muy «nutritiva» para el espiritu de muchos que habrán tenido circustancias parecidas.