El desahucio del Rey del Mundo
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El desahucio del Rey del Mundo. Capitulo X.La vida sigue.

Por Francisco Betes | febrero 17, 2011

CAPITULO X

LA VIDA SIGUE

Roland siempre había tenido sentimientos contradictorios hacia todo lo latino, y muy especialmente, hacia todo lo español. Su profesor de ingles en Méjico le había enseñado la expresión: “crossed feelings” cuando le veía disfrutar en las fiestas locales y criticar al tiempo a los nacionales. Por una parte, admiraba, casi envidiaba, esa aparente alegría y despreocupación en la que, según él, vivían siempre los españoles. Para un suizo arquetípico como era Roland, esto le sorprendía en personas con medios económicos limitados. ¿Por que disfrutaban de la vida más que él, cuando en la mayor parte de los casos no tenían acceso a las cosas “buenas” de la vida: las mejores estaciones de esquí, los más caros hoteles y los mejores restaurantes del mundo? Por otro lado, le irritaba especialmente la capacidad para resolver los problemas sin que las cosas siguieran una secuencia lógica, en contradicción con el control milimétrico que él se jactaba de aplicar en cada paso de su vida.

Cuando empezó a trabajar en ACC en Zurich, un par de jóvenes de origen español, uno de ellos hijo de un antiguo inmigrante y por tanto “suizo nuevo” y un “trainee” proveniente de Madrid que había sido destinado a pasar seis meses en la Central, habían intentado asociarle a sus planes de los fines de semana. Estaban en su misma área en la empresa, eran algo más jóvenes pero de su misma generación, los tres sabían hablar español y coincidían diariamente en la “kantina”, el comedor de la Compañía. A finales de la primavera se habían presentado una tarde a buscarle en su domicilio, donde vivía con sus padres, para proponerle disfrutar con ellos de una escapada en bicicleta de cierre de fin de semana. Roland se negó. La tarde del domingo, tediosa por naturaleza, era el momento que él utilizaba para preparar la semana siguiente y por tanto no disponía de tiempo libre para acompañarles pero, sobre todo, se habían presentado sin avisar. ¡Sin avisar! Para un hombre metódico, acostumbrado a fijar sus compromisos sociales con al menos una semana de antelación, aquello era inaceptable. Por supuesto, los dos jóvenes no volvieron a hacer el menor intento por asociarle a sus planes, lo que Roland interpretó como una muestra de antipatía. Uno de los jóvenes se llamaba José Luís de la Mota.
——————————————
El Comité de Dirección de ACC España estaba reunido en la “petit salle”.
Roland había mantenido la periodicidad semanal de los comités, pero había adelantado la hora a las 15.30h. José Luís de la Mota, Director de Negocio había indicado que en alguna ocasión que tuviera comidas con clientes o distribuidores no podría llegar puntual. En esta ocasión eran las 16.15 h. y aun no había llegado. Este era el décimo comité desde que Alberto había dejado la Compañía y ya todos se habían acostumbrado al nuevo estilo. Presentaciones más breves, teóricamente, que se alargaban interminablemente cada vez que Roland explicaba como había que hacer las cosas. Lo explicaba con todo tipo de detalles, como si fueran niños, lo que no dejaba de molestar a personas que se consideraban buenos profesionales de experiencia contrastada.

Juan Ortega, el Director de Sistemas, estaba explicando el nuevo plan de facturación que evitaba una gran cantidad de trabajo administrativo. El plan había sido diseñado con el área de negocio y había costado más de seis meses terminarlo. Hoy se aprobaba en el Comité de Dirección, aunque era más una aprobación formal, ya que de hecho se estaba poniendo en marcha desde hacia una semana. José Luís había pedido que lo retrasaran en el orden del día, para poder llegar ya que tenía un almuerzo, pero Roland se había opuesto. Roland interrumpió a Juan cuando su presentación estaba por la mitad y le pregunto:
-“¿Cuanto va a reducir el pago de los clientes?”
-“Los clientes tendrán las facturas a su disposición entre cuatro y cinco días antes que con el sistema actual, pero la ventaja fundamental es que conseguimos una eficiencia mayor en el Departamento de Facturación”
-“Creo que está totalmente desenfocado. Que los clientes tengan las facturas antes no quiere decir que se acorte el plazo de pago. Hacer un nuevo proyecto de facturación que no garantice aumentar la liquidez es absurdo. ¿No ha intervenido Jorge Pina en las reuniones?”
-“Bueno, yo hice mis peticiones al principio del proyecto, pero no hemos estado directamente implicados”.
El ambiente del Comité se estaba enrareciendo. El Director General iba a descalificar el proyecto y Pina no quería aparecer como responsable.
-“¿Pero quien ha sido el jefe de proyecto?” insistió Roland.
-“Ha habido dos personas: una de mi área y otra del área de negocio” respondió Ortega.

Roland estaba perdiendo la paciencia. Recordó como se enojaba, unos años atrás, cuando llegaba el turno de repaso del Informe Mensual que enviaba la filial española. Casi nadie prestaba atención a los números de los informes que se recibían, sobre todo desde que se había instalado el sistema de gestión centralizado que permitía conocer, prácticamente al instante, cualquier variable fundamental acerca de la marcha del negocio. Sin embargo, algunos miembros de la Dirección, especialmente Slusche, encontraban muy interesante la parte narrativa incluida en el informe español que comentaba la evolución de la filial española, llena de apreciaciones sobre la evolución y las perspectivas. El responsable financiero, el Dr. Ritter, se había incluso atrevido a decir que el informe de la filial española era el más riguroso y completo de todos los que se recibían en la Central porque ponía las cifras en su contexto. Los comentarios laudatorios sobre los informes de la filial española molestaban a Roland sin que este supiera bien el porqué. En el fondo no podía admitir que un método de gestión seguramente falto de rigor pudiera “enmascararse” con aquellos comentarios, que probablemente no eran mas que hojarasca intelectual. El se encargaría en su momento de sacar a la luz todas sus deficiencias.

Hoy, en el Comité de Dirección de la filial española y bajo su responsabilidad como Director General había llegado el momento de poner rigor en la gestión de Compañía. El se ocuparía personalmente.
La puerta de la sala se abrió y el ruido sacó a Roland de sus pensamientos.
José Luís entró en la sala, sonriendo.
-“Disculpad tenia un almuerzo con AKA un nuevo fabricante de cajas de cambio que esta estudiando implantarse en España”
Roland con tono especialmente molesto, le espetó:
-“Pues aquí estamos haciendo tu trabajo que al parecer tiene bastantes lagunas”
José Luís no se amilanó.
“No, mi trabajo que es traer negocio lo estaba haciendo yo. Y había pedido que este tema lo pusierais en el segundo punto del orden del día. Lo que al parecer no ha sido posible. ¿Pero cual es el problema?”
Pina intentó templar gaitas.
“Roland estima que no hemos garantizado una mayor rapidez en los cobros. Tal vez podemos revisarlo y plantearlo la semana que viene”
Pero Roland no quería dejar pasar la ocasión de sentar su criterio y con un tono más suave, dijo:
-“No, Jorge ya que estamos todos vamos a aclararlo hoy”
-“Muy bien”- repuso José Luís yendo hacia el ordenador y pasando la presentación hasta las conclusiones-“aquí tenéis los logros del proyecto y en segundo lugar, después de la mejora de eficiencia administrativa, se indica con claridad que el plazo de facturación se recortara en al menos 4 días”
“Eso ya lo sabemos, pero ¿y el cobro?” preguntó con sorna, Roland, como si lo hubiera sorprendido en un renuncio.
José Luís se inclinó sobre el ordenador y se fue unas trasparencias hacia atrás. En la pantalla de la sala apareció el siguiente texto:

EL RECORTE DEL PLAZO DE COBRO DEBE IR PARALELO AL RECORTE DE PLAZOS DE FACTURACION PARA LO CUAL UNA PERSONA DEL EXCEDENTE GENERADO POR EL PROYECTO EN EL AREA DE NEGOCIO PASARÁ AL AREA FINANCIERA.

José Luís leyó lentamente en voz alta la transparencia y se volvió hacia la sala con gesto de satisfacción.
-“¿Y ya está? preguntó Roland elevando la voz
Muy calmado y mirándole a los ojos, el director de negocio dijo:
-“Sí, y ya está”
-¿No se analiza cuanto supone eso en tesorería, cuanto ahorro tendremos en gastos financieros? Francamente José Luís el proyecto es una chapuza” Roland pronunció “chapusa”
-“De chapusa nada, Roland”- a nadie le paso inadvertida la imitación jocosa, e incluso Roland miró airado a Juan que había sonreído- “Es un magnifico proyecto en el que hemos trabajado muy duro durante seis meses y tu calculito te lo hace Pina en diez minutos”
Roland se levantó:
“El proyecto es una… es muy malo. Queda rechazado. Y tu José Luís, ven a mi despacho. El Comité ha terminado”.

Cuando ambos salieron de la sala, Jorge Pina comentó:
-“Francamente, hoy José Luís se ha pasado tres pueblos”
-“Es posible -respondió Juan Ortega- pero Roland no llevaba razón. Nos trata como a menores de edad y le importan un pito los proyectos. Solo pretende sentar su criterio cada vez para demostrar que es el que manda”
Pina había recogido sus papeles y ya desde la puerta, dijo:
-“Pues como es el que manda, tendremos todos, y recalco la palabra todos, que hacer un esfuerzo para adaptarnos al nuevo estilo”
-“No lo niego”-repuso Rocío que había permanecido pensativa en su sitio- “pero los liderazgos hay que saber construirlos. Roland debe también cambiar de actitud y tu, que tienes confianza con él, se lo podías decir”
-“¿Y tu piensas que me va a hacer caso?” preguntó con cara de duda Jorge.
Rocío recogiendo sus cosas y con ánimo de terminar la conversación dijo:
-“Probablemente el mas interesado en hacerte caso debería ser él”
Y todos volvieron a sus despachos con el mal sabor de boca de la perdida de tiempo de aquel Comité inútil.

En el despacho, Roland se sentó pero José Luís permaneció de pie. Nunca se sentaba en aquel despacho. Conocía como, después de la salida de Alberto, se habían recortado las patas de los sillones de confidente para dejar en posición de inferioridad a sus visitantes y no estaba dispuesto a seguirle el juego.
-“Voy a hacerte una advertencia, por primera y ultima vez. Puedes darte por despedido si vuelves llevarme la contraria en el Comité. O si vuelves a llegar tarde y me importa un pimiento con quien estés comiendo, o si yo considero que tu tono no me es simpático. Tú no sabes con quien estas jugando. Te crees muy chulo y hasta te consideras el líder de tus colegas, pues ándate con cuidado, porque voy a estar detrás de ti. Tu área es un desastre y estas en la cuerda floja. Y ahora lárgate y espero que reacciones”

Roland esperaba que con aquella bronca el incidente estuviera superado y no esperaba la respuesta que tuvo:
-“Veo Roland que no me aguantas. Pues te aseguro que es reciproco”
-“Pero hay algo que olvidas a menudo y es que yo soy tu jefe y que te puedo poner en la calle cuando quiera” Roland se vio forzado a decirlo aunque no quería amenazarlo directamente. La salida de un miembro del Comité de Dirección tan rápido después de la salida de Kent le podría plantear problemas con Slusche. Tenía que sentar su autoridad pero no podía despedirlo.
José Luís como si lo intuyera y manteniendo una calma que descolocaba a su interlocutor le dijo:
-“Pues si me vas a despedir, hoy mejor que mañana”
-“No, José Luís tampoco digo eso, intentemos calmarnos. Tienes que tener un cambio de actitud. Eso es todo”
Pero José Luís no estaba dispuesto a calmar los ánimos. Parecía disfrutar con aquella discusión.
-“El primero que tienes que cambiar de actitud eres tú. Trabajas con profesionales que se dejan la piel para que la Compañía crezca y tú vas ninguneando a todo el mundo y demostrando a cada paso que no tienes ni idea de cómo gestionar el negocio y mucho menos las personas. Ya esta dicho y si quieres echarme, envíame una carta de despido y punto” se dio media vuelta y salió del despacho con un buen portazo.
Roland se quedó unos minutos intentando superar su irritación. Luego pidió que le pusieran por teléfono con el señor Slusche. Tenía que prescindir de José Luís de la Mota. Era un buen profesional, pero con aquella actitud, no le quedaba mas remedio. Su segundo de abordo podría sustituirle, al menos temporalmente. Empezó a hacer un esquema en un papel para explicárselo bien a su jefe.

José Luís cuando bajaba en el ascensor se dijo-” Que le den por el culo al gilipollas este”- e instintivamente se llevo la mano a una carta que guardaba en el bolsillo interior de su chaqueta.

Roland tardó más de una hora en conseguir comunicar con su jefe y explicarle la situación.
-“No puede usted despedir a un miembro del Comité de Dirección a los dos meses de la salida de Alberto” decía Slusche al teléfono con tono molesto.
-“Señor Slusche, lo lamento pero no tengo mas remedio. La actitud de Mota es de una insubordinación permanente, no solo en privado sino también en publico”
-“Le advertí que lo mas importante en este periodo inicial era hacer equipo y no parece que lo esté consiguiendo”
El comentario martirizaba a Roland, pero veía claro que no podía transigir.
-“Eliminado Mota, estoy seguro de que el ambiente mejorara. Creo que su segundo de abordo podrá sustituirle sin problemas lo que nos aligera también los costes de salarios” argumento Roland
-“Usted vera lo que hace, pero no quiero mas problemas de España. Y revise bien que esta pasando porque las cifras del mes pasado no son muy buenas” concluyó Slusche y sin mas despedida colgó el teléfono.

Roland se sintió tremendamente incomodo. Las cosas no estaban saliendo como él había programado. Siempre había ansiado tener el puesto de Director General de la filial española. Había conocido España muchos años atrás, cuando sus padres, compraron una casita cerca de Deiá, en la costa oeste de Mallorca. Fue a la vuelta de su larga estancia en Méjico. Volvieron a vivir en su pueblo natal Kippel y su madre, había vuelto a ocupar su puesto de Directora de la Biblioteca Municipal, pero al mismo tiempo se garantizaron su lugar de vacaciones en un lugar idílico.
En Deiá pasaba Roland los veranos durante la década de los ochenta, justo antes del boom inmobiliario de finales de la década y cuando todavía el desarrollo turístico no había hecho estragos. Los diez años vividos en Méjico, durante el tiempo que su padre estuvo destinado allí, le permitían hablar fluidamente el castellano, aunque con un curioso acento que le hacía muy atractivo a las chicas, además de su estatura, sus ojos verdes y su pelo, por aquel entonces muy rubio.
Él mismo se había sorprendido cuando, al visitar en el cementerio municipal la tumba de Robert Graves, poeta mundialmente famoso por ser el autor de la serie de televisión “Yo Claudio”, se había encontrado con las lápidas de numerosos compatriotas que le habían precedido en el descubrimiento de aquel pequeño paraíso.
Fue Susana Bofill, una chica de Barcelona con un piel permanente morena, ojos de color miel y pelo negro muy rizado, quien le enseñó aquel detalle “turístico”. Durante años, a lo largo del mes de julio y la primera quincena de agosto, Roland y Susana compartían lo mejor del veraneo balear y de la adolescencia. Coincidían con Jaume Roura , de Tarragona, algo mayor que ellos, que ejercía de monitor en el pequeño Club Náutico de Sóller y quien les organizaba pequeñas escapadas en un 470 del Club para visitar las calas más recónditas de la zona.
Jaume era un chico “estupendo” como solía decir Susana, al que cierta trayectoria económica familiar desafortunada por parte de su padre, le obligaba a ganarse la vida durante el verano dando clases en el Club y durante el invierno simultaneando las carreras de Psicología y Derecho, con la venta de apuntes y la organización de eventos.
La amistad infantil, se convirtió en atracción adolescente y Roland se enamoró de Susana casi sin darse cuenta. Cuando terminó sus estudios universitarios empezó a proyectar su vida en Suiza, y de forma natural concibió que su pareja seria Susana. El contraste físico y también de carácter entre Susana y las chicas suizas que había conocido, se le antojaban a Roland como un motivo de envidia para sus amigos y su familia. Decidió que Susana, además de muy atractiva, era una chica inteligente, simpática y la candidata ideal para ser la “madre de sus hijos”.
Susana siempre se había sentido atraída por Roland, sin embargo, su intuición femenina le aconsejaba prudencia con aquel chico, aparentemente tan maravilloso. No sabía cómo explicarlo, pero se veía a sí misma sometida a su control, y algunos indicios de autoritarismo que ya empezaban a aflorar en su personalidad le provocaban un fuerte rechazo.
Con esa mezcla inexplicable de atracción física e instinto maternal que se produce muchas veces en las mujeres, Susana y Jaume empezaron a salir. Fue el verano del año que Roland terminaba su licenciatura, cuando éste, además de preparar los exámenes, había empleado gran parte del invierno y la primavera imaginando su declaración y propuesta de intenciones irresistible y que Susana no podría rechazar. Pero Susana le rechazó. Procurando no herirle le explicó que estaba enamorada de Jaume. Fue aquel verano cuando algo se quebró dentro de Roland,…, quizá para siempre.
Ahora, solo en su despacho de Director General, Roland sintió que una enorme rabia por como estaban saliendo las cosas le subía a la cabeza. La culpa de todo la tiene Alberto. La idea apareció de pronto y con una luminosidad total. Sí, eso era. Era Alberto el que estaba sublevando al equipo. José Luís siempre había sido su hombre de confianza. Debía actuar y actuar rápido.
Cogió el teléfono y pidió hablar de nuevo con Peter Slusche.
-“Doctor Slusche -dijo cuando le pasaron- estoy convencido que Alberto esta detrás de estos comportamientos absurdos del equipo y en especial de la actitud de hoy de José Luís. Quiere seguir controlando las cosas desde fuera”
-“Es posible, no lo niego y me preocupa. Ya le advertí que debía cuidar las relaciones con el” le contestó su jefe.
-“Lo intenté pero no hubo forma. Estaba demasiado enfadado con su salida”
-“Bien, pues es su labor solucionar este embrollo”
-”Por eso le he llamado. Dentro de un mes se celebrara el Consejo en el que se nombrara a Alberto como consejero”
-“Así es, no queda mucho tiempo para que usted enderece las cosas”
-“Alberto va a ser un consejero conflictivo. Va a insistir mucho en que se explique la salida de José Luís y hasta puede que lo ligue con el bajón circunstancial de actividad por el que pasamos”.
-“¿Y bien?” dijo Slusche un poco molesto porque su subordinado le estuviera trasladando todos aquellos problemas que él mismo debía resolver.
-“Creo que Alberto no debe ser nunca miembro del Consejo” concluyó rotundo Roland
Después de unos segundos de pausa que a Roland se le hicieron eternos, al fin Slusche dijo:
-“Déjeme pensarlo. Mientras tanto, sustituya a Mota pero no lo despida”.
Un clic sonó. La comunicación había terminado.
Slusche había colgado incomodo con la situación. Roland no estaba dando el nivel de gestión que él esperaba. Lo menos que se puede pedir al Director General de una filial es que resuelva sus problemas internos y lidere su organización. Pero Slusche no tenía alternativa, había nombrado a Roland y necesitaba que tuviera éxito. Por otra parte cabía dentro de lo posible que Alberto estuviera enredando las relaciones internas. Había ejercido un liderazgo muy fuerte y podría estar haciéndolo si quisiera. Pero, por lo que lo conocía, no era su estilo. Después de un rato sopesando las opciones, abrió el correo electrónico de su ordenador y escribió:

Destinatario: Alberto Kent (particular)
CC
CCO : Roland Bewger
Estimado Alberto:
Siento comunicarte que el Grupo no ha aprobado tu nombramiento como consejero de la filial española.
Con el fin de que no te veas perjudicado, voy a dar instrucciones para que se te abone un importe equivalente a la totalidad de las dietas que habrías recibido durante los tres años previstos en nuestro acuerdo.
Confío que la solución que he adoptado te parezca satisfactoria.
Un saludo,
Peter Slusche

—————————————–

Mientras Slusche apretaba el botón “ENVIAR” en su ordenador, José Luís había llegado a su casa donde su mujer, Paula, hacia gimnasia en el comedor con una música discotequera a todo volumen.
-“Hola, preciosa, cuando hayas acabado, ven al salón que tengo que contarte algo importante” le dijo antes de sentarse en su sillón favorito paladeando un gin tonic, fuerte de ginebra.
Paula no era una mujer guapa. Tenia la nariz chata y un mentón algo prominente, pero si era una mujer muy atractiva. Su larga melena lisa de un pelo grueso de color negro brillante, su tipo estilizado, sus largas piernas y una elegancia natural al caminar la convertían en una de esas mujeres que los hombres se vuelven a mirar en la calle.
Llevaban casados algo más de dos años y no tenían hijos. Intrigada, terminó su última tabla de ejercicios y en menos de cinco minutos estaba sentada en el salón. Se secaba el sudor con una toalla mientras su ligera camiseta pegada a la piel revelaba dos senos pequeños pero firmes y proporcionados, y su corto pantalón de deporte dejaba ver sus largas piernas.
-“Te tengo que contar la comida que he tenido hoy”
-“Te veo muy tenso, échate en el sofá y te daré un masaje mientras me lo cuentas”
José Luís se tumbó y ella empezó a pasarle los dedos pulgares por toda su columna.
-“Sabes que hoy comía con Thomas Blake, el Consejero Delegado de Electronic Holdings”
“Sí, y me dijiste que te quería proponer algo”.
-“No solo me ha propuesto algo, me ha entregado una carta de oferta de trabajo como Director General de Negocio de la Compañía”
-“Bueno, eso es mas o menos lo que tienes” repuso Paula, bajando su masaje hasta el final de la espalda y notando como José Luís la acariciaba muy suavemente entre los muslos.
-“Espera. En Electronic Holdings solo hay tres Directores Generales, Negocio, Fabricación y Medios. Además el sueldo es un 25 % más alto que el mío. Es un tío muy simpático y me ha dicho que su contrato en España se termina en dos años y que tendré una opción si todo va bien”.
-“Eso suena fenomenal. Date la vuelta.” le dijo y siguió con su masaje por las piernas, dándose cuenta que José Luís se estaba excitando.”Creo que debes aceptar, porque a Roland tu nuevo jefe sé que no le tienes mucha simpatía”
-“Ese es un estúpido que no tiene arreglo” respondió José Luís al tiempo que la atrajo hacia si, la besó en los labios y le acarició los pechos por debajo de la camiseta.
-“Te veo muy lanzado. Espera que me tengo que duchar”
-“Y porque no nos duchamos juntos”, propuso.
Se enjabonaron mutuamente, despacio, delicadamente, disfrutando de cada roce, de cada caricia, de cada pellizco que resbalaba sobre la piel del otro. Dejaron correr abundantemente el agua de la ducha y luego se sentaron en la bañera, donde el placer del contacto de sus cuerpos mojados se hizo casi irresistible.
José Luís se acordó:
-“No te he contado lo mejor. Roland quiere despedirme”.
Paula se volvió y echándose sobre él, le dijo:
-“Bueno, esa parte ya me la contaras luego”.

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7 Respuestas a “El desahucio del Rey del Mundo. Capitulo X.La vida sigue.”

  1. Francisco Betes dice:
    febrero 18th, 2011 a las 11:54

    Quiero hacer constar que las partes de este capitulo que describen la vida pasada de Roland han sido escritas por Prudencio de Luis, al que agradezco sinceramente su participacion.
    Los que os animeis a escribir algo, podeis hacer parrafos o trozos que describan personajes o situaciones de la novela y yo me ocupare de imbricarlos en el desarrollo de nuestro relato.
    Un abrazo para todos los seguidores,
    Paco Betés

  2. evaristo dice:
    febrero 18th, 2011 a las 20:39

    Lo mío parece más bien actuar de corrector de imprenta. En ese papel me permito formular dos obnservaciones. La primera, que no es segundo de abordo, sino de a bordo; la segunda, que Robert Graves es el autor de las novelas «Yo, Claudio» y «Claudio, el dios y su esposa Mesalina»sobre las que se preparó el guión para la BBC de la serie televisiva «Yo, Claudio», luego traducida al castellano, pero no de la serie en sí.

  3. Augusto dice:
    febrero 18th, 2011 a las 20:45

    Paco: como siempre, después de llegar al final del capítulo querrías pasar la página y seguir. Esto de darlo en píldoras parece un martirio chino. La verdad es que me ha gustado mucho y estás consiguiendo que el lector se ponga en contra de Roland, que se confirma como un mal conductor de equipos y bastante cretino. Sigue así que vas muy bien.

  4. José María dice:
    febrero 19th, 2011 a las 1:48

    Excelente capítulo. Espero que Alberto no acepte la propuesta de Slusche

  5. JAIME ESTALELLA dice:
    febrero 20th, 2011 a las 13:24

    La calidad de la novela continúa en ascenso. La colaboración de Prudencio encaja de maravilla con la estructura de este capítulo y desarrolla muy bien la personalidad del suizo insoportable. Todo lo expuesto en este capítulo es muy verosímil, y la decisión de cancelar la propuesta de nombrar a Alberto consejero de la empresa es la lógica. Este punto nunca quedó claro; en las condiciones de su salida no figura (Capítulo 4) y luego le hacen consejero de pronto (Capítulo 9). Era ilógico hacerle consejero cuando sale resentido de la empresa ya que sería meter «al enemigo en casa».
    Este capítulo es espléndido, me ha encantado.

  6. Lázaro dice:
    febrero 20th, 2011 a las 20:14

    Si como creo una novela tiene que agitar los sentimientos para que pueda decirse que es buena , te confirmo que este capitulo me ha puesto los nervios algo alterados y le hubiese dado un par de «galletas» al capullo de Roland. Desgraciadamente hay muchos Roland’s en la empresa multinacional que opera en España y supongo que en otras partes del mundo, pero desafortunadamente tambien es cierto que hay pocos Mota’s.
    El dia 24 lo comentaremos.

  7. Octavio dice:
    febrero 23rd, 2011 a las 0:17

    MUY BUENO. Es uno de los capitulos con mas enganche, entre otras razones por el estudio psicologico de Roland y de las razones para su reaccion nada fría frente a los españoles. Habeis conseguido un personaje muy claro y muy malo; lastima que su relacion con Alberto este ya concluida, con lo que queda mas bien amortizado y será dificil usarle mucho mas en el futuro….

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