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El desahucio del Rey del Mundo. Capitulo IX.FUERA HACE MUCHO FRIO
Por Francisco Betes | febrero 11, 2011
Capitulo IX
FUERA HACE MUCHO FRIO
“Os comunico que he llegado a un acuerdo para dejar el grupo ACC el próximo 31 de marzo….”. Alberto miró ante si y no vio nada. Los focos del escenario dejaban la enorme sala en una total oscuridad. Había 300 personas pendientes de sus palabras. Con motivo de su salida, y había sido una de sus condiciones en la negociación, se había anticipado la Convención Bianual de los cuadros dirigentes de la compañía y la expectación por sus palabras era total. En las últimas semanas los rumores se habían desatado. Asumir su salida y negociar las condiciones le había llevado a recluirse en sí mismo y esto las organizaciones lo perciben rápidamente. Las 300 personas que le escuchaban habían sido su equipo durante muchos años, lo consideraban el líder indiscutible del proyecto y querían saber que pensaba de su salida. En el estrado junto a él, el Presidente Mundial de la firma, Walduin Hens, y el Director de Área Internacional, Peter Slusche. Los dos aparentaban encontrarse en el mejor de los mundos y sonreían mucho más de lo que en ellos era habitual. Alberto se volvió hacia ellos, los miro y se sorprendió de no sentir nada. Los había visto como sus verdugos y ahora los aceptaba sin más. Todo era normal, todo era lógico. Walduin Hens en la cena que tuvieron el día anterior, le dijo con su ingles de fuerte acento germánico,
-“Pero Albert si la única razón es que tu tienes 54 años y Roland 40”.
Era muy listo el Presidente, había desarmado todas sus quejas, todos sus miedos, todo su sentimiento de ingratitud. Le había dicho que sencillamente era un proceso biológico normal de renovación y le había animado que fuera muy feliz en su nueva vida pues consideraba que el acuerdo económico había sido muy favorable para Alberto.
-“Señor Hens, ¿usted ha cumplido ya los sesenta?”, que placer sintió después de haber hecho esta pregunta inocente en el momento oportuno.
Volvió a su papel. Normalmente no escribía sus intervenciones pero en esta ocasión quería ser especialmente preciso.
-“El acuerdo por el que dejare el Grupo el próximo 31 de Diciembre, es un acuerdo amistoso y que considero satisfactorio. Hoy, ha llegado el momento de hacer publica esta decisión y de despedirme de todos vosotros y pediros que transmitáis mi adiós a todos y cada uno de los empleados de la Compañía”.
En aquel momento se sentía tremendamente próximo a todos los presentes como si fueran su equipo, su familia, sus hermanos, como si durante muchos años hubieran formado una sola realidad, y sin saber porque recordó un caso del que no estaba especialmente orgulloso. Al poco de ser nombrado Director General, un empleado de contabilidad de la sucursal de Segovia, había falsificado unos pagos, quedándose con una pequeña cantidad. El despido fue fulminante. Después supo que esta persona había tenido un problema familiar importante y que el dinero era para un hermano suyo en una situación casi desesperada. Tuvo dudas. Hasta ese momento el empleado, según todos los informes, había sido ejemplar. Sin embargo, le dio miedo de parecer débil a los pocos meses de haber sido nombrado primer ejecutivo y mantuvo el despido. Luego pensó que se había equivocado, pero no hizo nada. El también había hecho daño a algunas personas, aunque no fuera su intención. Hasta ahora no había sido consciente. La figura de aquel empleado se desvaneció, mientras sentía golpear su corazón con fuerza.
-“Las despedidas siempre son tristes y mucho mas si culminan una etapa tan larga como la que yo he vivido en ACC. Me he entregado en todo momento con entusiasmo y dedicación, he liderado equipos profesionales de primera fila con un excelente espíritu de grupo y he colaborado a la espectacular progresión de nuestro grupo en España”.
Recalcó con fuerza las últimas palabras. Alguien tenía que decir que su aportación al desarrollo del Grupo en España había sido fundamental y todavía no había oído esas palabras en boca de nadie.
“Que la despedida sea triste no quiere decir que me vaya con ningún resquemor. Todo lo contrario, me voy con el orgullo de haber pertenecido a este gran grupo, de haber colaborado de forma significativa a la consolidación de ACC como una compañía de referencia en nuestro país y de haber puesto mi aportación…” recordó que el día anterior había cambiado la redacción inicial que decía, mi pequeño grano de arena,”…para conseguir el objetivo del grupo de ser lideres en nuestro mercado”.
-“A lo largo de estos quince años he dado mucho de mí mismo al Grupo y he recibido mucho del Grupo. Tanto personal como profesionalmente. El balance, por tanto, es positivo”.
El silencio en la sala era total. Alberto sabia que tenia facultades para la oratoria y estaba utilizando el mejor de sus registros. Había repasado cien veces su discurso y le pareció que era breve y concreto. Tal vez no del todo sincero. Estuvo tentado de añadir un párrafo sobre la ingratitud que se había cometido con una persona de su trayectoria, pero lo suprimió porque pensó que no le beneficiaba en nada.
-“Me gustaría que siempre se me recuerde dentro de la Compañía por mi carácter integrador. Siempre he intentado ver más las coincidencias que las diferencias, aunar las voluntades de todos para el objetivo común, y poner un poco de aceite en las tensiones que se producen en las relaciones personales en los momentos de mucho esfuerzo”.
Se le quebró la voz cuando, continuando con su discurso, pronunciaba las siguientes palabras:
-“Permitidme un punto de nostalgia para recordar a aquellas personas que durante los últimos quince años nos han dejado. Me gustaría personalizarlas en Miguel Berruguete al que todos conocíais bien y con el que todos hemos trabajado, y enviar desde aquí a todos los familiares de estas personas nuestro deseo de que consigan rehacer sus vidas. Como dicen en las películas americanas, creo que soy mejor persona después de haber conocido a todos los que se han ido y a muchos de los que hoy estáis aquí presentes.”
Alguien en la oscuridad en la sala dijo “Muy bien”. Trescientas personas se pusieron en pie para aplaudir y Alberto muy emocionado notó como las lágrimas amenazaban con subir a sus ojos.
-“Vaya papelón estoy haciendo”, pensó. “Tengo que controlarme, tengo que controlarme….”, pero los aplausos eran cada vez más fuertes y él no conseguía dominarse. Nunca supo cuanto duro aquel momento. Al final consiguió articular:
– “Dejadme terminar, dejadme terminar”. Respiro hondo, volvió al papel. “Quiero lanzar un mensaje a todos los que tenéis puestos de responsabilidad en la Compañía. Nunca olvidéis que las cuentas de resultados solo se consiguen a través de equipos motivados y esto solo puede construirse sobre un gran respeto a todas las personas”.
Los aplausos se reprodujeron, pero él siguió hablando. Tenía que terminar.
-“Siempre seré ACC porque he incorporado muchos de los valores de nuestra Compañía a mi ética la personal. Estaré fuera, pero no estaré lejos. Sois un gran equipo, tenéis un gran proyecto y yo me alegrare de vuestro triunfo. Confío en poder despedirme personalmente de todos vosotros, pero, para los que no consiga hacerlo, quiero desde aquí haceros llegar mi sentimiento mas profundo de simpatía y amistad. Muchas gracias”.
Los aplausos fueron atronadores durante varios minutos, y cayeron como un bálsamo sobre la dolorida sensibilidad del que se consideraba a si mismo el gran líder fuerte y de éxito, que sorprendentemente ahora necesitaba aquella prueba de reconocimiento.
“Por lo menos esto lo he conseguido” pensó, “he salido por la puerta grande”.
Y eso era muy importante para él.
Terminado el acto y mientras Alberto recibía los saludos de muchos empleados que se arremolinaban a su alrededor, Roland se acercó a Slusche y le hizo más una pregunta que una afirmación:
-“Todo ha salido bien”
-“Efectivamente, pero ya puede estar alerta. No me ha gustado la frase: estaré fuera pero no estaré lejos”
-“Pero el acuerdo esta bien cerrado” repuso Roland.
-“Si, pero cuide mucho las relaciones con él, no olvide que lo tenemos por tres años en el Consejo de Administración”.
Se les acercó el Presidente Hens y con tono cortante les dijo:
-“Dejen de susurrar y conversen con los empleados”
——————————————–
Dos días después, Alberto se encontraba a las nueve en punto de la mañana haciendo una cola en la calle, en la que le precedían diez personas. Había preguntado al llegar con insistencia si él debía hacer aquella cola. Una funcionaria desgreñada y con un jersey raído le dijo:
-“Para darse de alta es imprescindible, luego ya cuando vengas aquí a sellar no tendrás que hacer cola”.
El tuteo de la funcionaria de la oficina del paro acabó por deprimirle totalmente. Llevaba unos días incomodo por esta visita, quería hacerla lo más rápido posible y ahora veía que tenia delante una cola que probablemente le llevaría mas de una hora. Toda su vida había odiado las colas. ¿Hay algo más ineficaz que una cola? ¿La mente humana no es capaz de organizar las cosas sin necesidad de que la gente permanezca físicamente en la cola? ¿A quien beneficia que las personas pierdan el tiempo allí? Su aversión a las colas era tal, que si en un restaurante le decían “tiene Vd. que esperar cinco minutos”, inmediatamente se daba la vuelta y se iba. En realidad no había hecho una sola cola en toda su vida, salvo las de los aviones y eso en pocas ocasiones, ya que sus tarjetas VIP y sus billetes en primera clase le habían permitido accesos privilegiados. No hay una actividad más absurda que hacer cola, no hay una perdida de tiempo más irracional que hacer una cola. Y allí estaba Alberto Kent, hasta hacia muy poco Director General de una empresa importante, dos días antes aclamado por más de trescientas personas, haciendo una cola que por lo visto iba durar mucho. La lentitud del tratamiento de los papeles de los que esperaban se le antojaba injustificada. “Si me dejan les organizo esto en diez minutos. Que ineficacia más espantosa”. Se removía inquieto en su sitio de espera. En la cola, gente modesta, de todas las edades, razonablemente vestidos, excepto la pareja que Alberto tenía delante. Pelos largos y sucios, chaquetas desgastadas de plástico símil cuero, bocas desdentadas y ojos que reflejaban que eran habituales drogadictos desde hacia muchos años.
Alberto estaba en la cola de los fracasados del mundo, de los que nadie quiere, de los que nadie considera que sean útiles. Siempre había sido el número uno, pero ahora ni siquiera era del montón. El último administrativo de su empresa hoy era más privilegiado que él, pues tenía un puesto de trabajo y él estaba en aquel grupo de desheredados sin trabajo. No pudo soportar la presión y salió a la calle. Pero no podía huir, no solo era importante por percibir el paro después de tantísimos años de cotizar, sino también porque el sistema se hacia cargo de sus cotizaciones a la Seguridad Social durante el periodo de paro. “Esto son lentejas y además, tengo que empezar a saber donde estoy”. Así que volvió y se dio cuenta que había perdido dos puestos en la cola.
Cuando por fin consiguió ser atendido, le faltaban dos fotocopias.
Le costo un buen rato encontrar la tienda en que le pudieron hacer sus fotocopias.
Al volver a entrar en la oficina de empleo, con su documentación completa, vio que justo al lado había un local en alquiler.
“Tal vez seria una buena idea poner un establecimiento de fotocopias”, pensó, y aquella idea le dio una nueva energía para volver a la maldita cola.
La funcionaria levanto la vista y le vio.
“Tu, el del fondo, pasa que no hace falta que hagas la cola otra vez.” le gritó y añadió para si, pero en un tono que permitió que todo el mundo lo oyera, ”Señor, que desastre de hombre”.
Alberto avanzó con sus fotocopias y al fijarse nuevamente en la chica le pareció mejor, casi atractiva, sobre todo cuando al darle el último papel del alta en el paro, le sonrió.
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12 Respuestas a “El desahucio del Rey del Mundo. Capitulo IX.FUERA HACE MUCHO FRIO”
Comentarios
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febrero 11th, 2011 a las 19:50
Muy bien. Personalmente pasé la experiencia que cuenta el protagonista, un despido en exceso riguroso. Es verdad que tuve la suerte de, un par de años después, readmitir al empleado en cuestión, pero le había machacado unos años de antigüedad que no pude devolverle. Aún lo tengo clavado y hace más de 30 años. Aunque sea un punto anecdótico tal vez pudieras reforzar la mención.
febrero 11th, 2011 a las 19:52
Por cierto, no estoy seguro al 100%, pero si la convención es dos veces al año yo la llamaría bianual para llamar bienal a la que se celebr a cada dos años ¿estás de acuerdo?
febrero 11th, 2011 a las 20:05
Paco me gusta porque el tono es similar al de los otros capitulos aunque en la ultima parte destila un poco de pesimismo. Los que van a la cola del paro no son unos fracasados solo han tenido un traspie profesional. No creo que en general un tio que sale con unas buenas condiciones economicas sea un desgraciado. Lázaro.
febrero 11th, 2011 a las 21:43
Una vez despedido, y arrastrando el pesimismo inevitable que esto le ha producido, Alberto debería reaccionar de una forma más positiva y constructiva que limitarse a inscribirse en la Oficina del Paro y considerar la apertura de una tienda de fotocopias.
Con cincuenta y cuatro años, su curriculum, y los tres próximos años como consejero de una gran multinacional debería valorarse más, mejorar su autoestima, y considerar varias salidas más adecuadas y brillantes tales como contactar a un acreditado head hunter, la compra de una empresa en dificultades junto con algún, o algunos, amigos inversores, asociarse a una empresa de capital-riesgo o iniciar un negocio por su cuenta del nivel adecuado, tal como una empresa de comercio electrónico, una consultoría especializada, o una agencia representante de empresas extranjeras.
Este capítulo tiene la calidad literaria del anterior, es decir que le asigno un 9,5 sobre 10.
febrero 12th, 2011 a las 1:39
En este capitulo tienes la oportunidad de encontarle un/otro personaje de fuera de su mundo y que le ouede ayudar en su nuevo mundo. Lo puede encontrar en la cola del paro y congeniar con él. Le podria hacer ver otras situaciones y quizas darle otro realismo y ayuda en su nueva vida. Siento no poder escribir un capitulo como me indicas. Es tu reto y nosotros tu animo y acicate. !!ANIMO!!! VAS FENOMENAL
febrero 13th, 2011 a las 20:58
Creo que el estilo literario sigue mejorando, ¡enhorabuena!.
Ligando con la idea de Fernando se me ocurre que encuentre en la cola del paro a otro equivalente pero que se ha ido voluntariamente para emprender nuevas aventuras y eso te puede dar pie a comparar la influencia que las culturas y formas de hacer de las diferentes compañias tiene en las personas.
febrero 13th, 2011 a las 21:55
Paco: la novela sigue mejorando si cabe. Creo que la descrpción del trámite de la obtención del paro es demasiado deprimente, cuando para una persona de ese nivel debe considerarse como un paso que se da mas por interés propio que por necesidad y habría que tomárselo con más sentido del humor. Por lo demás, nuy bueno el discurso de despedida y todo el capítulo.
febrero 14th, 2011 a las 12:34
Hola,
Creo que está muy bien la parte del discurso.
Respecto a la escena de la cola del paro, también está muy bien descrita pero coincido con alguno de los comentarios en que me parece que los sentimientos de Alberto son demasiado negros y que es excesivo considerar a los que cobran el paro «la cola de los fracasados del mundo» o que está peor que «el último administrativo de su empresa»
Con independencia de que la situación de Alberto sea traumática, ya ha pasado bastante tiempo para haber reflexionado y empezar a entender que es un privilegiado y que hay otras cosas a las que puede dedicar su vida. Creo que Alberto ya debería dar señales de esto (algo hay en el capítulo anterior). De lo contrario creo que tiene un problema personal mayor, anterior al despido, del que habría que hablar en la novela.
Situar la fecha de la oficina del INEM dos días después del discurso, en que anuncia que deja la compañía, aunque sea en una fecha próxima, es demasiado pronto.
Quizás estaría bien poner algún toque de humor o, como se ha sugerido, una conversación con algún vecino de cola.
febrero 14th, 2011 a las 14:05
Fenomenal toda la descripción del discurso. Muy bueno el detalle del presidente diciéndoles a «esos dos» que conversen con el personal.
En cuanto a lo de la cola del paro, coincido en dos cosas con los anteriores opinantes: se le puede dotar de un cierto humor r ironía (incluso respecto a la propia autoestima de Alberto) y creo de verdad que brinda una oportunidad para «encontrar» gente útil para el desarrollo dramático posterior (si luego resulta que no funciona, pues se tacha y ya está)
En general me guata mucho como el texto va creciendo
Un abrazo fuerte
Ángel
febrero 14th, 2011 a las 15:23
Al entrar en la cola del paro, ¿no se da cuenta de que está entre el 1% de privilegiados de la sociedad actual? A los dos días del discurso se tiene que ir a la playa, a relajarse, con esa adorable y encantadora mujer que tiene –por otra parte me parece una falacia propia de novela- o a ver las tumbas de Tutankamon. En fin, no se cuantos han estado en las oficinas del Inem en los últimos cinco años.
Abrazos y ánimos.
febrero 14th, 2011 a las 18:14
Continua con nota DIEZ.Algo pesimista, como ya han dicho otros compañeros,la escena de la cola.Hay que cambiar el chip al pasar de una etapa a otra y ello hay que afrontarlo con entereza despues de todo lo que Alberto ha conseguido profesional y personalmente.
Vicente
febrero 17th, 2011 a las 22:23
Queridos amigos comentaristas:
Lo primero gracias por vuestra fidelidad.
2.- La introduccion de nuevos personajes me plantea prioblemas. No tengo imaginacion para crearlos y darles juego. No obstante si Fernando o Lorenzo me envian sus CV estoy dispuesto a crearlos. Pero ya no me queda gasolina creativa . Asi que necesito que me digais quienes son, nombre , edad, estado civil y familiar, situacion economica y laboral, inquietudes, problemas, expectativas… en definitiva enviadme un perfil para que yo intente crearlo e implicarlo en la historia.
Sobre el tema recurrente de la necesidad que Alberto reaccione, os dire que estos capitulos estan escritos hace 6 años. Que recogen el duelo real, que es largo, aunque hoy a todos nos parezcan excesivos porque los hemos superado. Quedan todavia varios capitulos de duelo. Paciencia porque la realidad es asi, al menos yo la vivi asi. Larga y penosa, llena de dudas.
Un abrazo para todos y gracias de nuevo,
Paco Betés.