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El desahucio del rey del mundo. Capitulo XIX. El futuro de Roland.
Por Francisco Betes | mayo 6, 2011
EL FUTURO DE ROLAND
Aquella mañana clara, en la que una luz brillante dibujaba con nitidez las luces y sombras del prado que se divisaba desde su dormitorio, Roland, pensativo y preocupado, con la mirada fija en el horizonte, sintió que las cosas no le iban nada bien. Era la primera vez que una sensación de este tipo, con tanta claridad, le invadía el ánimo. Como una película fugaz, recordó los episodios de su vida reciente, que le habían marcado y que tenían un especial significado en este momento. Era una tormenta de pensamientos que le abrumaban, y él, solo en aquella ventana, empezó a hablar en voz alta. Con un gesto, como si de un descubrimiento se tratara y en un tono de sorpresa por no haberse dado cuenta antes, dijo: -¡Estoy viviendo una pesadilla!-
La mañana avanzaba, cada vez más radiante y agradable. Se podían ver algunas personas haciendo deporte por las veredas que recorrían el pequeño bosque que se divisaba desde el gran ventanal. El paisaje contrastaba con la melancolía que inundaba el estado ánimo de Roland.
Pasó por su despacho que ocupaba un amplio rincón del salón de su casa. Era una mesa de cristal, grande, amplia, con un par de montones de carpetas bien organizadas, un monitor de pantalla de última generación, un teclado muy pequeño de color gris plata, algo brillante, y el teléfono. En un extremo de la mesa, algunos objetos decorativos de recuerdo de eventos de ACC. Aquella mesa decía algo de su dueño. Dejaba entrever como podría ser un tipo “frío”, ordenado y posiblemente algo maniático.
Ya en el coche y mientras Pedro le llevaba a la oficina, revisó un portafolio, que llevaba consigo habitualmente, recogió una de las carpetas con las conclusiones preliminares del Proyecto de Mckinsey sobre el futuro de ACC España en Internet. La hojeó, pero le fue imposible concentrarse en el documento.
El día fue totalmente atropellado, nada salía bien. La agenda prevista no se cumplía, retrasos, anulación de alguna reunión, correos electrónicos acumulados y sin responder, y una llamada intempestiva y desagradable de Peter Slusche cada ver mas incomodo, cada vez mas violento en sus apreciaciones. Roland colgó el teléfono y decidió dar por acabado el día antes de tiempo.
Cuando esperaba el ascensor se encontró con Ángel Fuentes el Director de Fabricación.
-“Venia a verte”
-“Pues ya será mañana. Ahora tengo una cita fuera.”- dijo Roland mientras se cerraba la puerta del ascensor.
Ángel se dirigió al despacho de Juan Ortega, el responsable de informática.
-“Tienes un momento”- le dijo mientras se sentaba en el sillón de confidente ante su mesa.
-“Para ti, siempre”.- bromeo Juan.
-“Estoy preocupado por la situación de la empresa. Benítez el sustituto de José Luís no sabe hacer la o con un canuto. Esta agobiado con querer vender a cualquier precio y yo estoy aceptando precios de venta casi sin margen. He intentado hablar con Roland varias veces y parece como si este tema no le interesara. Lo único que sabe hacer es encerrar se con los cuadros financieros y echar broncas a diestro y siniestro.”
-Yo también creo que no vamos bien. El proyecto de facturación en el que habíamos invertido más de seis meses de trabajo ha sido finalmente anulado. Quiere que hagamos otro pero al mismo tiempo ha cerrado la posibilidad de contratar “body shopping”.
-“¿Body shopping?”
-“En informática los proyectos los desarrollamos con gente externa, los subcontratamos porque salen mas baratos.
-“Ya. ¿Y que vas a hacer?” –pregunto Ángel.
-“Me imagino que lo mismo que tu, intentar minimizar el daño.”
Juan vio salir de su despacho al Director de Fabricación, un profesional brillante y al que apreciaba, cabizbajo y pensativo.
Mientras, Roland volvía a su casa. Por la ventanilla del automóvil vio una pareja besándose apasionadamente en un banco en plena calle. Esa imagen le trasportó de repente, a los momentos que pasó con Susana, la chica de Barcelona con la que en su adolescencia, compartió sus mejores veraneos durante años. Su gesto se crispó cuando recordó que llegó a pensar que podía ser la candidata ideal para ser la “madre de sus hijos”. -Pero llegué tarde, pasó ese tren y sin darme cuenta aquí estoy. ¡Tengo que hacer algo!, la empresa me tiene absorbido y me estoy olvidando de vivir. No quiero seguir así, tengo que encontrar alguien con quien compartir y disfrutar de la vida.- Se dijo con cierto coraje.
Al llegar a casa, recogió el correo del buzón. Retiró un montón de folletos de publicidad, algunas cartas del banco y nada más importante. Fue hojeando los folletos que recogió del buzón y le llamó la atención el de una empresa que diseñaba y gestionaba páginas web para empresas y particulares. Pensó en el enorme desarrollo que estaban teniendo las redes sociales, un fenómeno cuya amplitud no acababa de entender. Se preparó una copa de vino y unas almendras, y se sentó en el salón, leyendo con más detalle el folleto de los diseñadores de páginas web, y se fijó en un comentario referido al éxito que estaban experimentando las páginas de contactos. Fotos de personas que decían ser ejecutivos y empresarios contaban su experiencia y alentaban a los potenciales usuarios a probar sin compromiso y con absoluta garantía de confidencialidad. Roland notó una sensación agradable interiormente y se dijo:” ¿Y si me atreviera? ¿Porque no?”
Inmediatamente, se puso a navegar por internet, buscando páginas web de contactos que le inspiraran confianza y garantía. Fue explorando una y otra página, de las que iba encontrando, hasta que por fin se detuvo en una que le pareció mas sería. Le tranquilizaban su aspecto serio, su diseño atractivo, los contenidos, y las facilidades de uso, pero sobre todo, como trataban los asuntos de confidencialidad y seguridad de los datos. La página ofrecía realizar una prueba gratis, sin ningún coste y sin ningún compromiso. Además, no le comprometía porque no había que aportar ningún dato personal. No obstante, le quedaba un cierto resquemor: que algún dato de identificación del ordenador pudiera ser identificado y que se supiera en la empresa. A pesar de todo, siguió adelante.
Comenzó a introducir los datos que la página solicitaba. Eran absolutamente anónimos, pero incluían ciertos aspectos de su persona, para que el sistema procediera a búsqueda de las posibles correspondencias con otras personas complementarias con los datos y rasgos de su perfil. Todo iba bien, aunque seguía un tanto inquieto, porque dado su carácter serio y estricto en todos los asuntos, incluso en los cotidianos, sentía que estaba traicionando esos “pilares” de su comportamiento. Inmediatamente el sistema le proporcionó una serie de fotografías de chicas, con los datos principales de su perfil. Sorprendido, y verdaderamente impresionado por la rapidez de la respuesta, dudó que aquello fuera real. Fue analizando uno por uno, y a medida que avanzaba, más y más se introducía en la mecánica del sistema. Respondió a la solicitud de varios contactos que de una forma automática el sistema ya proporciona. Envío tres saludos a los tres perfiles que más le gustaron. Después de enviar los mensajes, se quedó verdaderamente perplejo y se dijo: – No se donde me lleva esto pero algo tengo que hacer para cambiar –
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Una extraña sensación se apoderó de Alberto cuando se acomodaba en su asiento de business class en el avión con destino a Zurich. Lo había tomado tantas veces que para el en otra época era prácticamente una costumbre. Dicen que lo que conviertes en costumbre se ahorra en stress, y en su caso el viaje mensual a Zurich era algo tan habitual como ir un día normal a la oficina. Sin embargo en esta ocasión había muchas cosas distintas. La primera, la hora. El vuelo salía a las 10.55 de la mañana en lugar de su hora habitual de dos horas antes. Para seguir, no tenia gruesas presentaciones que debería repasar en el avión. Y por ultimo, su jornada de trabajo seria corta, pues tenía previsto el regreso a las 17.30.
Leyendo la prensa, las dos horas de vuelo se le hicieron cortas. En el aeropuerto de Zurich le esperaba el chofer personal del Presidente de ACC, al que conocía bien. Le confirmaron que la hora de la cita eran las 15 horas, por lo que le pidió que le dejara en el Restaurante La Mimosa, una pizzería que conocía de otras veces y que estaba a menos de 5 minutos de las oficinas. El coche le dejo a las 13.30 h en la puerta del restaurante y aunque ya era algo tarde, el dueño le sonrió y le condujo a una a de las mesas al lado de la ventana.
Comió melón con jamón y una deliciosa pizza napolitana, pequeña y exquisita, especialidad de la casa.
Faltaban cinco minutos para las tres cuando se presentó en la antesala del despacho del Doctor Hens, que de forma casi inmediata, salio de su despacho para invitarle a pasar. Alberto se sintió una vez mas extraño. El gran jefe de la organización en la que había trabajado más de 15 años, era ahora un posible cliente. Aquello le sorprendía sin saber muy bien como analizar sus reacciones. En cualquier caso no era desagradable.
-“Que tal su viaje, Alberto” pregunto Hens con una sonrisa poco habitual.
-“Perfecto, gracias, Presidente” Siempre le había llamado así y le pareció lógico seguirlo haciendo, “Es un placer estar de nuevo en esta oficina”.
-“Posiblemente es tan suya como nuestra. Aportó usted mucho en su época con nosotros”- evidentemente el presidente dejaba claro que no quería que ningún resquemor pudiera enturbiar los temas nuevos que iban a abordar.
-“Gracias. Guardo un excelente recuerdo de esa época” dijo Alberto, con lo que Hens se dio por satisfecho.
-“Bien, le he pedido que viniera para confirmarle nuestro interés en la venta de la filial española de Electronics Holdings” Hens hizo una pausa. Era evidente que para eso solo no era necesario tener una entrevista personal. Había algo más pero ya saldría mas adelante. Al fin prosiguió:” Su informe es muy completo y como le conozco creo que debe reflejar fielmente la situación. Sin embargo, no se entiende porque se desprenden de esa pequeña joya de la corona. Y el informe que me mandó no lo deja claro”
Alberto explicó las posibles dificultades de la casa matriz en EEUU y la necesidad de hacer caja, y añadió:
-“Como comprenderá no podíamos poner por escrito la razón que podría alentar las demandas que están sufriendo”.
-“Desde luego, desde luego…” Hens hizo una nueva pausa como buscando las palabras. «Bien, estamos interesados en adquirir la firma española y entiendo que ahora procede hacerles llegar una oferta. Una oferta no vinculante” recalcó.
-“Efectivamente, estamos en esa fase. Como sabe, entre las ofertas indicativas recibidas se seleccionara la mejor y a la entidad seleccionada se le pedirá una oferta vinculante, sujeta a “due diligence” a cambio de un periodo de exclusividad”
Hens tomó el teléfono:
-“Páseme el documento, por favor”
Entro en el despacho un chico joven con un sobre cerrado y el Presidente le hizo un gesto para que se lo entregara a Alberto, mientras le preguntaba:
-“¿Tiene usted autorización para leer la oferta?»
-“Si.”
-“Hágalo por favor.»
Alberto abrió el sobre y se puso a leer. Sin querer desvió su mirada rápidamente a la cifra indicada en letra y cifra, que ascendía a 552 millones de euros. Le sorprendió por ser más alta de la que él esperaba. Hens le miraba con mucha atención y le pareció percibir un gesto.
-“Que le parece” le preguntó el presidente
-“Comprenderá que no puede hacer ningún comentario”
-“Estamos muy interesados en la operación. Déjeme ver.»- le dijo tendiendo la mano. Alberto le pasó la carta.
-“Perdone Kent. Hay un error.” – dijo mientras llamaba de muy mal humor de nuevo por el teléfono. “Tráigame la ULTIMA oferta que hemos preparado”.
El joven volvió a entrar con otro sobre y se lo entregó nuevamente a Alberto.
-“Léala por favor”
-“Si me lo permite Presidente la abriré después, pues estoy viendo que usted es demasiado listo para mi”
Hens sonrió mientras añadía:
-“Bien Alberto, cuento con que nos ayudara en esta operación. Si compramos la sociedad la fusionaremos con nuestra filial española y puedo asegurarle que el Director General actual no será el que lidere la fusión. Otra cosa todos los tramites de esta transacción deberán ser tratados conmigo o con mi ayudante. En ningún caso quiero que se informe a Peter Slusche. ”
Alberto disimulando su sorpresa le contesto:
-“Esta perfectamente entendido. Tendrá noticias mías en un plazo inferior a un mes”
-“Gracias, Alberto. Que tenga un feliz regreso. Mi chofer le llevara al aeropuerto”
Se estrecharon las manos. En el coche Alberto abrió discretamente el sobre y no pudo disimular la sonrisa. La cifra indicada era de 606 millones de euros. El gesto que había hecho al leer la primera oferta, había sido interpretado por Hens como de desagrado y por eso le había sacado la segunda oferta que era 54 millones de euros superior a la primera. El interés de Hens en la operación era claro. Pero había otros elementos intrigantes en la conversación. Porque le había hecho saber que Roland no seguiría. Estaba insinuando que podría haber una posible oferta para él. Y qué pasaba en las alturas para que Slusche fuera dejado al margen. Evidentemente si la operación la compraba ACC, las tensiones en la cúpula serian muy serias.
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8 Respuestas a “El desahucio del rey del mundo. Capitulo XIX. El futuro de Roland.”
Comentarios
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mayo 6th, 2011 a las 20:35
Con algo de retraso y gracias a la colaboracion de Paco Martinez y de Inma Canet, este capitulo y el que publicare la proxima semana ven la luz.
F. Betes
mayo 6th, 2011 a las 21:10
Adelante Paco buen capitulo y con ganas de leer el proximo
mayo 7th, 2011 a las 13:02
Me gusta, tiene suspense pero me ha sabido a poco.
mayo 7th, 2011 a las 23:36
muy interesante. La intriga y los cambios de guión son imprescindibles para una buena novela. Se necesitan algunos «malos» y «traidores» más en la trama, aparte los «suizos». La mujer no alcanza un protagonismo suficiente en ninguna trama. Akim deberia hacerle algun favor previo a Alberto o a su familia.!!enhorabuena!! vas fenomenal.
mayo 8th, 2011 a las 17:24
Muy bien.
Continuando mi modesto (y siempre temo que molesto) papel de corrector de pruebas hago notar:
– Me parece que los papeles se hojean; son las perdices las que se ojean.
– «Retiró un montón… y nada más importante». Parece que los impresos etc ´son importantes, al decir que no se retiró NADA MÁS importante, cuando es claro que esos papeles no lo son.
– Ese párrafo comienza «Mientras Roland», cuando debe empezar. «MIentras, Roland»
– En el último párrafo se lee «Y que pasaba en las alturas». Ya sé que la RAE desprecia ahora los acentos, pero me parece claro que ahí hay que escribir «Y qué pasaba en las alturas» para no privar de sentido a la frase. Otro tanto ocurre cuando, al aludir a las páginas de contactos, Roland convierte en su meditación la pregunta ¿Y por qué no? en una frase sin sentido: Y porque no.
mayo 9th, 2011 a las 11:18
Esto está estuipendo el Roland me está sorprendiendo
mayo 13th, 2011 a las 21:02
Este capitulo lo he leido de un tiron y la verdad es que me ha impresionado. Evaristo te felicito porque yo me habia dado cuenta del «ojeo» pero no del resto. Me pasa como a Jaime que sabe a poco.
Un abrazo y animo para seguir.
mayo 20th, 2011 a las 14:57
Que gustazo, ver a Roland fastidiado… la verdad es que le tenía ganas…
Es un capítulo fácil (quizás un poco demasidao…), vibrante y atractivo. Lo he disfrutado