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El desahucio del Rey del Mundo. Capítulo IV. La negociación termina.
Por Francisco Betes | enero 10, 2011
Roland entró en el despacho de Alberto sin llamar, cuando este dictaba unas notas a Sonia y dijo en un tono ligeramente más alto del correcto:
-“Has aprovechado que yo no estaba para anunciar que te ibas”.
-“Sonia déjanos por favor”
Sonia salió sin responder al “buenos días” que le dirigió Roland.
Alberto intentó serenarse para no exteriorizar la rabia que la simple aparición de Roland le provocaba, y una vez fuera su secretaria, respondió:
-”Tu no estabas, Pina me pedía una explicación y yo consideré que era el momento para evitar los rumores. De todas formas tu ya los sabías, ¿o no?
-“Por supuesto, claro…”
Alberto por un momento tuvo la impresión de que Roland podía no haber estado al tanto de la situación exacta, y eso le produjo satisfacción.
-“Entonces, sal de mi despacho y tengamos la fiesta en paz”.
– “Slusche hubiera querido dar él la noticia. Acabo de llamarle y me lo ha dicho”.
-“Pues dile que esas cosas me las diga a mi”.
Roland se levantó y salió del despacho, cuidando de no dar un portazo, pues se acordó de la última frase de Slusche en su conversación telefónica:
-“Tiene usted que ser muy hábil” ambos se trataban de usted cuando hablaban en alemán,”debe ganarse al equipo de dirección y no molestar a Alberto, para que no nos juegue en contra. Tenga en cuenta que se juega usted su puesto”
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Juan besó suavemente los labios de la mujer y se echo a un lado de la cama. Sus cuerpos yacían desnudos y sin cubrir por las sabanas de una gran cama de estilo clásico.
La habitación numero 14 del Hotel Excelsior era su favorita. Estaba decorada en tonos suaves y el mobiliario era Luís XVI. La televisión y el minibar estaban encerrados en un discreto mueble de madera oscura. A través de un gran ventanal que daba acceso a un balcón diminuto, vestido con gruesos cortinones descorridos, entraba difusa la luz de una media tarde de primavera.
Juan encendió dos cigarrillos y pasó uno a su compañera. Era un hombre delgado con una cara de rasgos aniñados, ligeras entradas en un pelo muy liso y unos ojos muy vivos que trasmitían bondad. Hacia ocho meses que se había separado de su mujer. Pasó por un momento personal muy difícil, rayando en la depresión. Su trabajo se resintió. Como Director de Sistemas de ACC, estaba inmerso en un proceso de cambio que necesitaba toda su atención. Sus colaboradores directos se dieron cuenta e hicieron todo lo posible para cubrirle, pero la situación se prolongaba y empezaron los rumores de que algo iba mal en el área de sistemas y de que el nuevo sistema de facturación no estaría listo para la fecha prevista. Rocío Gómez, era la directora de Recursos Humanos. Compañera del Comité de Dirección, siempre había sentido simpatía por él. Fue ella quien le seleccionó para el puesto, entre los tres candidatos que había propuesto la firma de búsqueda de directivos Royal&Bradley. Roció se entrevistó con los tres pero claramente se decantó por Juan y consiguió que Alberto le nombrara. Su currículo era excelente y tenia experiencia en la dirección del departamento de sistemas de una sociedad de fabricación de componentes para automóvil, lo que le hacia especialmente adaptado para el puesto que había quedado vacante después del desastre del anterior director que había fracasado sin paliativos y Roció había despedido siguiendo instrucciones de Alberto.
Rocío aspiró profundamente el humo de su cigarrillo y sin volverse hacia Juan, dijo:
-“Me pregunto la razón por la que van a echar a Alberto”
-“¿Tu crees que realmente lo echan? ¿No estará él preparando su salida negociada con un proyecto concreto en la recamara?
-“¿Quieres decir que tiene trabajo en la competencia?
-“No sé. Puede ser eso, o iniciar algún proyecto nuevo. Ten en cuenta que si a nuestro negocio le quitas la fabricación, se reduce a importación y distribución, y en eso Alberto, no solo sabe mucho sino que esta muy bien relacionado”
Guardaron silencio un buen rato. Juan se inclinó hacia Rocío y disfruto viéndola desnuda a su lado. Aunque había cumplido los 45 años, tenía un cuerpo bien conservado con piernas largas, y pecho lleno. Le apretó un pezón y notó que reaccionaba. Su pelo castaño siempre recogido, se esparcía ahora sobre la almohada, y se fijó en su perfil atractivo con una nariz pequeña y en sus ojos color miel, grandes y siempre interrogadores. La besó en la boca pero notó que ella esta distraída.
-“No creo que Alberto tenga ningún proyecto” dijo ella ajena a la aproximación de su amante. “Creo que lo echan porque Roland quiere su puesto y como es suizo y trabajó en la Dirección Financiera en Zurich pues tiene buenos padrinos”
-“Tu siempre has sido muy fan de Alberto pero mas te vale irte colocando bien con Roland, O lo pasaras mal”
Nuevamente se quedaron en silencio. Roció recordó la escena del día anterior en el despacho de Alberto cuando les dio la noticia. Había quedado grabada en su mente con todo detalle.
-“Ha sido para mí un periodo profesionalmente apasionante, en el que ver como nuestro proyecto iba progresando desde la nada, me llenaba de orgullo y satisfacción. Ha sido la culminación de mis ambiciones profesionales” había dicho Alberto, mientras miraba una después de otra las caras expectantes de los miembros de su equipo de Dirección que se sentaban alrededor de su mesa de reuniones y prosiguió:” Hace muchos años que nos conocemos y trabajamos juntos. Constituís el mejor equipo del sector. La trayectoria de nuestra Compañía ha sido magnifica y los resultados os avalan. Si os miro uno a uno puedo recordar temas concretos en los que habéis hecho una buena labor”.
Y después de esta introducción la había nombrado expresamente: “Rocío ha conseguido mantener la plantilla a pesar de nuestro crecimiento y lo que es lo más importante con unos principios con los que todos nos hemos visto identificados. Ha conseguido crear el orgullo de ser ACC”.
Rocío, había sentido enrojecer sus mejillas, ante las alabanzas publicas a su labor e interrumpió a su jefe.
-“Alberto, algo gordo te ha pasado porque en 8 años no me habías hecho un cumplido como este”.
-“Si, es algo importante, pero antes quiero agradeceros a todos lo bien que hemos trabajado juntos”.
-“No nos tengas mas en ascuas”, le interrumpió ahora Jorge Pina,” y dinos que pasa. ¿Se vende la empresa?”
-“Esta bien os lo diré: voy a dejar la Compañía”.
Se hizo un silencio absoluto. Juan notó que Roció le dio un rápido pero fuerte apretón en su mano por debajo de la mesa.
A continuación todos preguntaron a la vez.
-“¿Donde vas?”, “¿Podemos ir contigo?”, “¿Cuando nos dejas?”, “¿Que ha pasado?” “¿Te vas a la competencia?”,” ¿A que te vas a Electronics Holding?”
-“Esperad, no me he expresado con exactitud. No voy a dejar la Compañía por propia iniciativa. Nuestra casa matriz considera que ya no soy necesario, y me ha ofrecido salir del Grupo. En estos momentos estoy negociando los términos de mi salida, pero es muy probable que en un par de meses este fuera”.
Roció volvió a la realidad al notar que Juan la besaba en los labios.
-“Alberto se va sin nada. Esta destrozado, ¿No lo notaste?”, pregunto a Juan mientras se apartaba ligeramente de él.
Roció Gómez estaba casada con un hombretón simpático y hablador del que se había enamorado porque la hacia reír. No tenían hijos, y su marido, viajaba mucho por su trabajo de jefe exportaciones de una empresa de conservas vegetales de Murcia. Ella se había centrado en su carrera profesional y su relación con Juan se inicio con una de las comidas semanales que ella propuso cuando Juan estaba pasando el trauma de su separación. Comían juntos todos los miércoles siempre en el restaurante del pequeño hotel Excelsior que se encontraba a 10 minutos andando desde la oficina y donde no era fácil encontrarse compañeros de trabajo porque era caro. Poco a poco Rocío había conseguido su objetivo de volver a interesar a Juan en su trabajo y en aquel momento podía haber anulado estos encuentros. Pero para los dos su comida semanal se había convertido en el momento más agradable de la semana. Ambos contaban los días para volver a disfrutar durante dos horas de su mutua compañía, de la charla inteligente y de las situaciones compartidas. Llevaban tres meses comiendo juntos, cuando Roció comentó que el siguiente fin de semana se dedicaría a los museos porque su marido estaba de viaje. Juan adelantó lentamente su mano hasta ponerla encima de la de su acompañante y no dijo nada. Roció dio la vuelta a su mano de forma que las dos palmas quedaron en contacto y ambos supieron lo que iba a pasar. Cogieron una habitación en el hotel y se entregaron a una pasión que les había conquistado y subyugado, casi sin darse cuenta. Casi sin querer darse cuenta. Desde entonces todos los miércoles su encuentro se había convertido en íntimo y apasionado.
-“No me preocupa nada el futuro. Ni el mío ni el tuyo” acabo diciendo Rocío.
Juan que estaba ahora distraído, preguntó:
-“¿Te refieres a nosotros?” pensando que tal vez era el momento de abordar el futuro de su relación.
-“Me refiero a lo que nos espera en la Compañía”
-“No estoy yo tan seguro. Roland puede querer hacer su equipo” dijo Juan que no tenía una química personal positiva con el suizo.
-“No lo creo. El otro día me llamo Roland a su despacho y me dijo que había analizado los sueldos del Comité de Dirección y que pensaba que necesitaban una revisión”
-“Caramba. No estaría mal porque Alberto era un buen jefe pero era muy agarrado para los sueldos”.
-“Alberto era muy buen jefe y por lo que lo conozco lo va a pasar mal. Pero basta de charla…”dijo Rocío mientras se inclinaba sobre Juan deslizando su mano por su vientre y terminando entre sus piernas, donde notó de forma casi instantánea una reacción…”Parece que mi amigo quiere mas guerra” añadió mientras se subía a horcajadas e iniciaba un rítmico movimiento sobre el cuerpo de Juan, quien se deleitó dejando resbalar sus manos por la espalda de su amante hasta apoyarlas en sus riñones.
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Peter Slusche había llegado a Madrid a las diez de la mañana para una visita de dos días, eran las cinco de la tarde y Alberto no sabía donde estaba. Roland había ido a buscarle al aeropuerto, habían trabajado juntos y se habían ido a comer sin decirle nada. Y esto a pesar de que a través de Sonia le paso una nota diciéndole que le comunicara sus planes para ajustar la agenda.
Evidentemente estaban dispuestos a hacérselo pasar mal hasta el último momento. “Es una posición de negociación”, reflexiono Alberto. “Conmigo no vas a jugar, pedazo de idiota”. Cogió el teléfono: “Sonia avisa a Pedro que me lleve a casa”.
Las últimas dos semanas habían sido un infierno. Intentando que mantener el tipo dentro de la Compañía y que no se notara nada de cara al mercado, había mantenido un incesante intercambio de e-mails con Peter. Las propuestas de las compensaciones de salida habían ido avanzando muy lentamente. Las conversaciones telefónicas, cuatro o cinco habían sido sumamente desagradables. Había detectado en Schlusche un solo punto débil. Le aterraba la idea de que pudiera ficharle alguna empresa de la competencia y que pudiera arrastrar tras sí al equipo directivo de la Compañía. Gracias a esa inquietud había conseguido poco a poco ir cambiando las posiciones de salida de Zurich y aproximarlas a sus intereses. Sin embargo, el proceso había sido duro y el coste muy alto. Las dos partes habían echado sus órdagos. Cuando Peter le dijo: “sino llegamos a un acuerdo, te despedimos y te pagamos la indemnización de alta dirección y punto”, Alberto colgó el teléfono. Y la amargura de la ingratitud de el que durante muchos había considerado su jefe y su amigo, le produjo tal excitación nerviosa que aquella noche por primera vez en muchos años tuvo que tomar una pastilla para dormir.
Al día siguiente llego a la oficina a las nueve y Sonia le comunicó que a las ocho había ido a verle el Sr. Slusche. A las doce y media este se presentó en su despacho. En media hora le expuso la ultima oferta de la Compañía argumentando la generosidad en los términos en función de su larga trayectoria, exigiéndole un compromiso de no competencia de tres años, y precisando con claridad que no había nada más. El acuerdo no era malo ni era bueno, se podría haber seguido negociando, pero Alberto ya no podía más. Insistió en que hubiera una salida por la puerta grande de la Compañía y en que se cuidara al equipo que él había construido a lo largo de los años. Slusche con una sonrisa en los labios le dijo: “Tu equipo ya es nuestro equipo”. Alberto despidió a Slusche y se quedó con la sensación de que le robaban algo suyo, que le arrebataban su obra de los últimos quince años, que le habían dejado vacío por dentro. Pero al mismo tiempo sintió una enorme sensación de relax. Era muy difícil mantener una situación como la que había vivido los dos últimos meses. Ahora solo tendría que imaginarse su nueva vida.
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11 Respuestas a “El desahucio del Rey del Mundo. Capítulo IV. La negociación termina.”
Comentarios
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enero 10th, 2011 a las 14:46
Paco la verdad es que mejora capitulo a capitulo y la verdad es que produce rabia la actitud de los suizos en el proceso de negociacion. Te felicito por la escena de sexo y porque ademas la que participa tenga un buen curriculo, eso siempre ayuda, como decia un amigo mio «en el momento de la verdad cualquier curriculo es pequeño».
Lázaro.
enero 10th, 2011 a las 17:35
Coincido con Lazaro. Quizas ya que se ha dado entrada a nuevos personajes seria interesante que alguno fuera ajeno al circulo empresarial.
Vicente
enero 10th, 2011 a las 17:53
La cosa evoluciona bien, Paco aunque me sigue faltando un elemento que es el que hace referencia a la evitación del cliché. Perdona porque no pretendo ser crítico ni mucho menos, pero hasta ahora lo que hemos visto y leído responde al patrón por el que todos, en mayor o menor medida (y con mejor o peor fortuna) hemos pasado. Hasta aquí, impecable pero,.. ¿no cabe algún giro de los acontecimientos? O, en caso contrario, ¿cuál es la lectura? ¿cuál es el mensaje? Esa es la parte que echo de menos. Espero que recibas el comentario en clave positiva.
enero 10th, 2011 a las 18:49
Paco, la verdad es que a mi me ha gustado desde el primer capitulo. Creo que le pones mucha realidad y además lo haces con un estilo sencillo que facilita la lectura. Por mi parte no hay sugerencias.
Jose Ignacio.
enero 10th, 2011 a las 19:56
¡BRILLANTE!, querido Paco.
Este capítulo tiene mucho gancho, es muy ameno, está muy bien escrito y coincido plenamente con nuestros amigos en que tu novela mejora capítulo a capítulo.
Me tienes en ascuas, y espero con impaciencia la llegada del lunes próximo para leer el Capítulo 5º.
enero 10th, 2011 a las 21:34
Paco: Como dice algún compañero, mejorando cada capítulo.
Me parece, no obstante, que considerando, los tiempos tan diferentes, que hemos y estamos viviendo, sería bueno, situar en el tiempo, con fechas, la trama, para lo que pueda venir, en el contexto social, económico y por qué no , tambien politico de España, y Europa-Suiza.
enero 10th, 2011 a las 21:49
Paco: yo también coincido con el sentir general de que la novela va ganando interés capítulo a capítulo y que los nuevos personajes y las relaciones personales entre ellos añaden algo que lo aleja de un caso que podría haber sido una experiencia de cualquiera de nosotros. ¡Sigue adelante¡.
enero 11th, 2011 a las 2:19
Muy buen capítulo y muy buena idea la de poner algo de picante a la historia. Quizás para hacerla algo menos maniquea habría que incorporar algo información sobre las razones y los sentimientos de Ronald y Slusche. Por otra parte supongo que el autor se vengará de alguna forma de ellos más adelante. Se lo merecen.
enero 11th, 2011 a las 14:16
Querido Paco:
Lo estoy pasando muy bien, y el mejor consejo es que sigas la ruta ascendente que te has propuesto.
Analizando el tema y queriendo ser crítico con la situación, me quedo con la duda del entresijo de conflictos, intereses o alcahueterías que pueden haberse desarrollado en la oficina central. Me he quedado con la impresión de que la decisión ha sido visceral y sin madurez, en un entorno de compañía internacional con sede en un país que quiere ser muy racional. Quizás en ello está tu interes de énfasis.
En fin: que nos tienes en ascuas.
Un abrazo
enero 13th, 2011 a las 18:24
Paco:
He tardado en incorporarme al equipo de comentaristas aunque debo confesar que, ya desde el principio, he estado enganchado a tu novela por entregas cuyo tema, además, me es familiar por haber conocido y hasta vivido situaciones parecidas.
Coincido con algunos en que es una buena idea el introducir el toque erótico. Sin embargo a este respecto creo que los dos protagonistas de la escena parecen al principio paracaidistas caídos del cielo sin nada que ver con las vicisitudes de Alberto. Creo que hubiera sido una buena idea introducirlos al lector, separadamente, con anterioridad. Por ejemplo, en la reunión del Comité de Dirección de Juan, además decirse que era un irunés y ya está, tal vez hubiera podido, en aquel momento, resumirse su biobrafía, hablándose de su su separación, de los problemas que le produjo etc. En cuanto a Rocío, hubiera podido quizás asesorar en confianza a Aberto, en su calidad de Directora de Recursos Humanos y antes de su visita al despacho laboralista, sobre sus potenciales derechos mínimos tanto laborales como de alta dirección, etc. Así el lector hubiera estado ya familiarizado con ambos participantes antes de iniciarse la escena del Excelsior.
Por lo demás, espero al próximo lunes con enorme interés. confiando en que al final los «malos» reciban su merecido.
enero 14th, 2011 a las 23:52
Me he leido de golpe los tres ultimos capitulos. Como te dije al principio, engancha, se lee de un tiron.
Solo una critica: los personajes son bastante esqueleticos, no sabemos mucho de ellos. Te va a salir una novela de accion, muy divertida, … y seguramente corta; pero quiza nada mas.. Como eran de pequeños?. Como se casaron y encontraron a sus novias?. Que hacian fuera de la oficina? Que musica les gustaba, que peliculas, que novelas? bebian? eran creyentes? le pasaba algo a sus padres, a su familia?
Supongo que es el momento de hacer flash-back y recordar aquel amigo que tenia en la Universidad que se habia ido a Suiza y resulta que era muy amigo del Presidente, y le habia explicado que la mujer de este le ponia cuernos con Peter, etc… Vamos, lo que consideres, pero yo enriqueceria un poco los personajes y adensaria quiza la trama… si no se nos acabara pronto, y nos esta gustando mucho…