El desahucio del Rey del Mundo
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Saber ganar

Por Francisco Betes | julio 17, 2010

El fenómeno del fútbol desborda  las previsiones más optimistas. El entusiasmo que generan las victorias, las amargas decepciones que ocasionan las derrotas, la identificación a ultranza con el equipo, recuerdan más a las justas medievales que a las competiciones deportivas. El Campeonato del mundo cada cuatro años es  una pacifica guerra mundial que levanta las mismas pasiones que las bélicas.  Que maravilla asistir a un pacifico enfrentamiento entre Inglaterra y Alemania. O que los periódicos de Holanda recurran a recordar su último conflicto armado con España que data de Felipe II para motivar al personal de cara a la gran final. Como canalizador y catalizador de pasiones humanas básicas la competición es un instrumento que de no existir habría que inventarlo. En Cataluña, los nacionalistas, recelan de este poder aglutinador y un diputado pide que se regule la exclusión de sus conciudadanos de la selección española, el alcalde de Barcelona no autoriza a  poner pantallas en lugares públicos, el alcalde de Bermeo, del PNV, anima a Alemania en su pugna con España, posiblemente porque este señor habla alemán mejor que castellano y por que hay mas vascos en el equipo alemán que en el español. Por su parte, los socialistas vascos reclaman para el País vasco el honor de albergar el próximo partido de la selección. Cabria pensar que el sentimiento español se acoge encantado a la experiencia de éxito de su selección y el sentimiento antiespañol recela tremendamente, como si la selección de fútbol  fuera el  mayor logro nacional español.

 

Los mecanismos de funcionamiento de los equipos tambié n permiten algunos hallazgos. Con lo buen gestor de empresas que es Florentino Pérez, en el Mundial ha encontrado la demostración de su fracaso deportivo. Jugadores como Robben y Sneijder, malvendidos hace meses  por el Real Madrid,  han demostrado su valía llevando a Holanda a la final, mientras Cristiano ha deambulado por el campo para colaborar a la pobre actuación de su equipo. Y no olvidemos que Vicente del Bosque, a pesar de sus éxitos, fue  despedido por ser mayor y lucir bigote y barriguita. Y es que los deportes de equipo hay que jugarlos en equipo y los equipos de forma intuitiva valoran mas los aspectos éticos que los estéticos. En la vida profesional, en el día a día de nuestras empresas, encontramos muchos casos de ejecutivos muy brillantes que no consiguen resultados. Que fácil es detectarlos cuando ante los éxitos del equipo sonríen tristemente y  ante los fracasos no muestran ninguna pena si quedo claro que ellos cumplieron bien, que la culpa del fracaso es de otros.

 

El jugador de equipo nace,  no se hace.   Un entrenador debe liderar y dirigir pero dejando el protagonismo a los jugadores. Es mejor entrenador Guardiola que Clemente. Y cuando mas se aprecia es cuando pierde. Cuantos consejeros delegados o directores generales han dimitido cuando han tenido malos resultados, muy pocos porque es mas fácil buscar un chivo expiatorio en el equipo. Cuantos reconocerían hoy que los resultados positivos de sus compañías son consecuencia de su equipo de colaboradores. Quien es capaz de  decir que los éxitos son de su equipo y que los fracasaos son propios…

 

Recuerdo hace años con motivo de una fusión, mi colega de la “otra “compañía fusionada me dijo que su equipo de directores de sucursal era un desastre, justificando así unos resultados mediocres. Yo le dije que los míos eran excelentes y que si había alguno más flojo  era culpa mía. Mi colega no supero el proceso de la fusión.

 

Un aspecto curioso es la representatividad de los equipos nacionales. Cada país valora cosas distintas. Para Francia, en su selección campeona de 1998, el aspecto multirracial fue un argumento para la integración de la inmigración. Esto ha pasado con la selección alemana del mundial de Sudáfrica con presencia amplia de jugadores alemanes de origen turco  y africano. En España, la integración de la inmigración no ha llegado a la selección por ser mas reciente, así que lo que nos ocupa es de qué región es el jugador. Y  nos hace ilusión que,  además de catalanes y madrileños, haya manchegos, vascos, asturianos, andaluces…   Volcamos en la selección muchos de nuestros problemas y esta,  además de ganar partidos, nos da soluciones sencillas de gran ejemplo.

 

Incluso en los deportes individuales los caracteres de asociación se manifiestan con claridad. Cuando Nadal gana  Roland Garros o Winbledon, éxitos de primera magnitud en su deporte, lo primero que hace es ir a compartir el triunfo con las personas de su entorno. Cuando Alonso fue campeón de Formula 1 la primera vez, recordó lo poca ayuda que había tenido en sus inicios. Es curioso que aparte del éxito deportivo, haya figuras que nos caen mejor que otras. A mi me cae mejor Nadal que Alonso, Pau Gasol me es mas simpático que Severiano Ballesteros y me agrada mas la figura de Vicente del Bosque que la de Mouriño.  

 

En nuestra vida diaria de trabajo, tenemos múltiples ocasiones para recordar estos comportamientos y aproximarnos a aquellos que siendo exitosos provocan además un sentimiento de solidaridad de nuestros compañeros y colegas. Y esto supone que esa forma de vivir los éxitos nos augura una mayor garantía para su repetición.

 

Una vez oí a una profesional de éxito, Elisa Poch, decir que lo importante no es tener razón, sino tener éxito. Cien por cien de acuerdo, pero tal vez se podría añadir que más  importante que tener éxito, es mantener un estilo y una actitud que nos garantice repetirlo. Yo guardare de este Mundial una imagen muy buena de Alemania por su comportamiento señor, dejando jugar, sabiendo ganar y sabiendo perder. Holanda ha perdido mucho atractivo, no por perder la final sino por su comportamiento bronco, agresivo, y proteston. España ha dejado al mundo una imagen excelente pero no solo por haber ganado, sino por como lo ha hecho, respetando a todos sus rivales, entregándose con generosidad y formando una piña en la que nadie se desmarca porque sobresalen todos.

 

En un artículo reciente de Justo Zambrana  sobre los aspectos positivos con que cuenta nuestro país para salir de la crisis, recordaba que en años 80, cuando España entra en la Comunidad Económica Europea, los españoles impresionaron a los colegas comunitarios por su  seriedad en el trabajo, su puntualidad, su profesionalidad, y el respeto de los compromisos. Tanta fue la sorpresa que  empezaron a llamarlos los “teutones del sur”. Ojala que el éxito de la selección, basado en el trabajo bien hecho y en la calidad pero también en la sabiduría para generar funcionamientos de equipo,  nos ayude a que estos valores se enraícen de tal forma en nuestra manera de ser que el potencial negativo de la crisis económica, no nos los haga olvidar. Que difícil es ser serio, profesional, trabajador y miembro activo de un equipo cuando las circunstancias provocan un deterioro de los resultados y un menor porcentaje de éxitos.  Hagamos votos porque el éxito de nuestros geniales futbolistas nos ayude a conservar nuestros valores, no los medievales de Reconquista, no los del siglo de oro y del Imperio, no los del siglo pasado de la grandeza hueca, sino los de 2010, los de un pueblo sano, trabajador, serio y unido que afrontara con éxito la crisis a pesar de los mercados, de las empresas de rating y hasta de los dirigentes despistados.   

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